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A 79 kilómetros de Santander y como paso obligado para acceder a Potes o Covadonga, se encuentra la parroquia asturiana de Panes (Peñamellera Baja). Un pueblo que se siente cántabro por proximidad -el Hospital Valdecilla les queda a sus habitantes a 35 minutos en ... coche y el de Arriondas a casi una hora- y afinidad. Parada fija para quienes vienen de fuera, con buenos lugares para descansar un rato, tomar unos 'culines' de sidra y comer un buen plato de cocido lebaniego o de fabada, si se tercia.
En pleno centro de Panes se encuentra el hotel-restaurante-cafetería Covadonga, abierto en 1959, y cuya copropietaria, María Rugarcía Cosío, falleció el pasado sábado, a los 80 años.
María nació en un pueblo cercano a Panes, a unos cinco kilómetros. Muy joven, contrajo matrimonio con Luis Escandón -fallecido hace 44 años- y juntos, partiendo de cero, abrieron en 1959 la cafetería Covadonga. Un establecimiento que pronto comenzó a labrarse una buena clientela. En 1963, con tan solo 13 años, empezó a trabajar con ellos Antonio, su hermano. Había dejado los estudios para dedicarse en cuerpo y alma, junto a María y Luis, al negocio hostelero. Años más tarde, ambos suman un restaurante a la cafetería y, en el 2000, el hotel.
María Rugarcía destacó por su faceta como cocinera. Sus albóndigas de ternera, las truchas y salmones (en temporada) y las setas, siempre fueron sus especialidades, además de la fabada. Pero también los que la conocieron destacan su proximidad con el cliente y sus canciones españolas con las que se arrancaba de vez en cuando.
La propietaria, junto a su hermano, del complejo Covadonga, enfermó nada más jubilarse, por lo que, según dice Antonio, no pudo disfrutar ni del retiro ni del negocio, al que iba a seguir frecuentando a pesar de todo. Allí tenía su vida. Primero fue un cáncer y después un ictus los que acabaron con ella.
A su funeral, celebrado el domingo en la iglesia parroquial de Panes, acudieron muchos amigos y familiares que quisieron acompañar a Antonio, su esposa y sus sobrinos, en un día tan especial. Por la tarde, María fue enterrada en el cementerio de esta localidad asturiana.
El hotel-restaurante-cafetería Covadonga, ahora con Antonio al frente, tiene en plantilla a diez trabajadores, cuatro de ellos de casa. Para los amantes del ciclismo y el bolo palma, este local es parada obligatoria. Se trata de un santuario para deportistas y aficionados. En Asturias, hay importantes campeonatos de bolos y varias peñas que fomentan su juego. Y para los ciclistas, un lugar donde se vive, con un Antonio siempre ameno, todo lo relacionado con la bicicleta.
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