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La historia del municipio de El Astillero no podría concebirse sin dedicarle unas cuantas páginas a Censuro Ayllón Martínez, una persona emprendedora, de esas hechas a sí misma. Empresario y trabajador incansable, amante de la familia y fiel seguidor del Racing que, en una época ... de su vida, se dedicó en cuerpo y alma a su pueblo, y sin ser un político al uso, logró ser alcalde, sin sueldo y muchas tareas por acometer, en la primera legislatura democrática. Su necesidad de hacer el bien por los demás, como recuerda su hijo Javier, le llevó además a acometer otros retos importantes.
Miembro de una familia numerosa, Censuro Ayllón, fallecido el primer día de este mes de diciembre, a los 94 años, fue una persona muy hogareña. «Quería que estuviéramos siempre juntos y celebrar los cumpleaños, y cualquier otro evento, unidos como una piña. Fue un padre que nos dio consejos, que nos ayudó en todo. Un hombre muy desprendido con los demás y, sobre todo, muy trabajador».
Censuro comenzó muy joven a ganarse un sueldo en la oficina de la Mina Orconera, de la mano de su padre. De carácter emprendedor dejó este puesto para, primero, abrir una autoescuela en Astillero, al tiempo que se dedicaba a estudiar la carrera de gestor administrativo. Tras este primer negocio, abrió otros similares en Maliaño y Los Corrales de Buelna, este último llevado por una persona de su confianza. Al final, por la enorme carga de trabajo, tuvo que dejarla en sus manos.
Una vez en posesión del título de gestor, montó su propia gestoría en Astillero.
Siempre interesado en el bienestar de sus convecinos, dio un salto al ayuntamiento. «Mi padre -recuerda Francisco Javier Ayllón- nunca fue político. Ideológicamente era de centro, como la persona equilibrada y ecuánime que era. En aquella primera legislatura, todos los concejales trabajaron como una piña, sin importar el partido al que pertenecieran. Cuatro años duros y sin cobrar ninguno de ellos. Estaban muy unidos». Durante su mandato al frente del Ayuntamiento, Ayllón logró hacer una residencia de ancianos en Astillero, «pensada en especial para la gente más necesitada» y, además, consiguió del Estado la propiedad de los terrenos de Campsa, donde hoy se levanta La Cantábrica. «Lo hizo a través de Federico Ysart, también de Astillero, que por entonces era la mano derecha de Adolfo Suárez», recuerda Javier. «Los del ayuntamiento fueron tiempos difíciles. Cuando aquello, no tan siquiera había secretario municipal».
A pesar de su plena dedicación a la gestoría y a la familia, Censuro tuvo tiempo para una gran afición: el fútbol, o mejor dicho, el Racing. Disfrutó mucho con el equipo de su tierra junto a su mujer, María Luz, hasta tal punto que viajaron en numerosas ocasiones siguiendo al primer equipo. De hecho, llegaron a desplazarse a distintos campos del país en el mismo avión en el que iban jugadores, directivos y cuerpo técnico. «Cuándo se les preguntaba si era del Madrid o del Barça siempre decían que solo eran racinguistas», recuerda con cariño su hijo.
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