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MARÍA JESÚS LÓPEZ ORTEGA
Viernes, 4 de noviembre 2022, 01:00
Hace unos días falleció el empresario, Manuel Rovira García, una de las figuras clave para entender el asociacionismo empresarial en el sector de la madera ... y el mueble.
Rovira fue heredero de una familia de ebanistas y continuó con orgullo y vocación la tradición familiar al frente de Talleres Rovira, una empresa centenaria de Santander que hoy continua manteniendo el alto nivel de calidad en el trabajo de la madera, que siempre hubo y hay en esta región.
Pero si su trabajo como empresario fue importante, lo fue más como incansable trabajador por el asociacionismo en el sector.
Formó parte del núcleo fundador de la Asociación Cántabra de Empresarios de la Madera y del Comercio del Mueble (Acemm), que nació en 1977 bajo el nombre de Asociación Provincial de Empresarios de la Madera y Afines de Santander.
Desde el primer local en la Travesía del Cubo, hasta las modernas instalaciones de la Plaza de Rubén Darío, formó parte activa de la organización, primero como vocal en la primera junta directiva de la entidad, después como secretario y de 1992 a 1996 como presidente al frente de esta entidad.
Manuel Rovira era un empresario convencido de la importancia de contar con una voz única y fuerte que representara a todo el sector y no dudó de ponerse al frente de la entidad en los momentos más duros de la crisis económica.
«La asociación está por encima de los asociados» defendió siempre y especialmente cuando tuvo que enfrentarse a los problemas de un sector y de su entidad, Acemm, que en vez de unirse para luchar contra la crisis volvió la mirada a su tradicional individualismo y a una crítica en ocasiones destructiva.
Pero a pesar de los problemas, Manuel Rovira logró mantener unido a todo el sector de la madera: forestales, carpintería y ebanistería, fabricantes de muebles, almacenes y comercio; y la asociación siguió jugando su papel como representante de la parte empresarial en la negociación de los convenios colectivos.
En esos años se alcanzaron acuerdos que garantizaron la paz social y el acuerdo con las organizaciones sindicales a pesar de los problemas que ocasionaban el incremento de la morosidad y, sobre todo, la atonía generalizada de la demanda.
Se mantuvo también la colaboración con los centros de formación de la región, especialmente con el IES Ricardo Bernardo de Medio Cudeyo, donde se impartía e imparte FP de madera, y con las organizaciones empresariales sectoriales de ámbito nacional.
Manuel Rovira sabía que cualquier proyecto, para que funcione, exige esfuerzo trabajo y dedicación. Quiero recordar el mensaje que dejó en una entrevista que tuve el placer de hacer en un especial de la revista de la entidad, Más que Madera, con motivo del 25 aniversario de Acemm: «El problema de una asociación, de cualquiera, es cuando las personas piensan que es una cosa hecha, que ya va por un camino y no hace falta la colaboración. Entonces cunde la desgana y todos se empiezan a cansar».
Manuel Rovira disfrutó de una vida plena y tuvo la suerte de ver cómo su empresa, una firma centenaria, ha llegado hasta el siglo XXI y goza de muy buena salud. También la asociación, a la que dedicó tantas horas de su vida, ha soportado los embates de las crisis.
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