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Luis Carlón
Domingo, 4 de agosto 2024, 02:00
El 20 de julio, a los 101 años, falleció el padre Manuel Laínz Gallo, S. J., botánico santanderino que se cuenta entre las figuras más destacadas de la historia de la ciencia de las plantas en España. Su «maestría», en palabras del legendario botánico Pío ... Font Quer, constituyó «un fenómeno único en España». Durante las primeras décadas de la posguerra, en tiempos de gran precariedad tecnológica, el Padre Laínz mantuvo, a menudo casi en solitario, una línea de investigación de elevado prestigio internacional en el campo de la botánica sistemática, expuesta en más de 300 publicaciones y basada en el máximo rigor documental y un esforzado contacto con la botánica de campo, en buena parte desarrollado en Cantabria, donde recogió no menos de 3.000 ejemplares. También fomentó las vocaciones botánicas, para lo que aunó esfuerzos con Enrique Loriente, otra figura destacada de la botánica cántabra del siglo XX.
La plasmación material más valiosa de dichos logros botánicos se encuentra en su herbario, compuesto por casi 50.000 especímenes correspondientes a casi todos los táxones integrantes de la flora vascular de lo que el P. Laínz consideraba su «barrio» (del mar al Duero), así como ejemplares del resto de la península, cuya flora, la más diversa de Europa, está representada en alrededor de un 90 %, y de otros muchos territorios euromediterráneos e incluso americanos. Con ellos confirmó, de manera más rigurosa que la derivada de la mera bibliografía, la verdadera identidad taxonómica de las numerosas especies nuevas que aportó al catálogo florístico del conjunto de la península; así como el hecho de que sus plantas no encajaban en ninguna especie ya descrita y debían reconocerse como táxones nuevos.
A enriquecer el herbario y la biblioteca asociada contribuyó de manera muy destacada el legado recibido de los herederos de Édouard Leroy, químico de Solvay en Torrelavega, que había desarrollado una provechosa actividad botánica en Cantabria y con quien Laínz colaboró estrechamente de 1951 a 1954. El herbario se custodia en el Jardín Botánico Atlántico de Gijón, ciudad en la que Laínz residió, tras incorporarse en 1956 al claustro de profesores de la Universidad Laboral, durante 62 años.
La actividad científica independiente del P. Laínz acabó teniendo reconocimiento institucional a través de su investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Oviedo en 1985 y, sobre todo, cuando el Consejo Superior de Investigaciones lo contrató como editor general del proyecto Flora iberica, cargó que ocupó entre 1980 y su jubilación en 1996.
Perteneciente a una familia de honda raigambre santanderina, lo sobreviven una hermana, dos hermanos y veintisiete sobrinos carnales, familia biológica a la que debe sumarse la compuesta por quienes tuvimos la fortuna de convertirnos en sus discípulos y admirar de cerca su buen humor y su ejemplo inigualable de entrega, rigor, independencia y cortesía bien entendida.
Luis Carlón, Doctor en Biología y Conservador Científico del Jardín Botánico Atlántico
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