El fotógrafo del Valle deja un gran vacío entre las gentes de Luena

Nacido en el Valle de Iguña, de donde era su madre –su padre procedía de Colio– trabajó durante muchos años como antenista, instalando los repetidores de radio y televisión por numerosos puntos del valle. Aunque su verdadera pasión fue la fotografía. Según su viuda y tercera esposa, Carmen Durruty Abel, una cubana a la que conoció en Barcelona, donde residían los hijos de ambos, «hacía fotos de las fiestas a las que iba... y de todo aquello que le llamaba la atención».

Ángel Luis y Carmen llevaban diecisiete años juntos, y juntos pasaban en Luena los días. «Sólo estábamos separados cuando yo me iba a andar y él se quedaba trabajando. El resto, siempre unidos. Él me llevaba a Barcelona a ver a mis dos hijos –Dayamir y Amed– e incluso estuvimos en Londres».

Querido y respetado en Luena y sus alrededores, Ángel Luis deja cuatro hijos, nacidos de su primer y segundo matrimonios. Más los que aportó Carmen a la pareja. Los nietos de Carmen, según ella señala, «le llamaban abuelo. Le querían mucho».

En cuanto a su personalidad, su viuda le describe como «una persona muy valiente, que luchó con coraje contra un cáncer de pulmón muy agresivo. Todo el sufrimiento que padeció se lo tragó él». Dice Carmen que de su carácter y su condición de buena persona, «puede hablar cualquiera de los vecinos del pueblo. No hace falta más que preguntarles».

Aunque nacido en Arenas de Iguña, llevaba gran parte de su vida residiendo en Luena, de donde era una de sus anteriores esposas.

Esta es la pequeña historia de un hombre luchador, amante de su tierra, que supo plasmar como nadie, con su cámara de fotos, aquello que sucedía en el valle y que le llamaba la atención.