El hombre austero que convirtió esta cualidad en una forma de vida

Amante de la naturaleza, tras su paso por el Ayuntamiento inició, junto a su grupo, la reforestación de su querido Cerredo, en donde, durante más de treinta años, han plantado cientos de árboles (hayas, robles, castaños, arces, tejos....), contribuyendo así a mejorar el entorno para las próximas generaciones.

Solidario con todas las causas que tuvieran que ver con la justicia social, con la pelea para erradicar las desigualdades y con la lucha por la liberación de los pueblos, participó en cuantas acciones reivindicativas estuvieran en sus manos, lo mismo organizando charlas y debates para dar a conocer la realidad de distintos pueblos del mundo que poniendo en marcha acciones para recaudar fondos para proyectos que ayudaran a transformar esas realidades, causas todas ellas que los mismo tenían que ver con Euskadi, Andalucía, Nicaragua, el Sahara, Palestina o Chiapas,... En definitiva, poniendo en práctica una frase que le gustaba mucho: «La solidaridad es la ternura de los pueblos».

Si de alguna forma se podía calificar a Joaquín era de persona austera, pero de una forma absolutamente deliberada. Defendía que el planeta no está para que hagamos derroches que, además, consideraba innecesarios. Y llevando a la práctica esta máxima, durante toda su vida ha sido consecuente con sus valores y principios, convirtiéndose en un referente de vida para todos los que le conocieron.

Ángel Díaz-Munio es hermano de Joaquín.