Obituario

Íñigo Ben Ruiz de Pellón - Periodista

Un hombre bueno, un ser excepcional que no tenía enemigos

Íñigo Ben era muy conocido por la profesión periodística de Cantabria, a la que llegó gracias a su afición a la música. Empezó su carrera profesional muy joven, pinchando en la desaparecida discoteca Disco Rojo, que fue una referencia en los años 70 en Solares (Medio Cudeyo). De ahí dio el salto a la radio: pasó por varias cadenas en las que aportó sus conocimientos musicales, entre ellas la COPE. Después empezó a colaborar con El Diario Montañés como corresponsal en municipios como El Astillero y Camargo, labor que desempeñó durante años y en la que cuajó estrechas amistades.

Cuando Diario 16 abrió delegación en Cantabria, fue uno de los profesionales que fichó la cabecera nacional. Más tarde, trabajó varios años en la televisión regional Telecabarga y también probó suerte en México una temporada. A la vuelta de la aventura americana se hizo cargo del gabinete de prensa del Obispado de Santander, al que prestó leal servicio, nunca bien agradecido, durante casi dos décadas como jefe de comunicación.

Su larga experiencia en prensa, radio y televisión, su bonhomía. educación y simpatía le sirvieron para poner en marcha un gabinete de comunicación en la Iglesia católica de Cantabria. Un trabajo que desarrolló de manera excepcional, sin horario y sin decir nunca que no a cualquier petición de ayuda de un compañero periodista. Nunca dijo «no se puede». Siempre dijo «por supuesto, te consigo de inmediato lo que necesitas». Y así logró que todo lo relacionado con la Iglesia apareciese en los medios de comunicación con carácter profesional. Durante sus años en el Obispado, tuvieron presencia en los medios de comunicación todos los ámbitos y estamentos relacionados con la Iglesia, desde cofradías penitenciales hasta asociaciones de ayuda a los desfavorecidos, desde monjas de clausura hasta párrocos de pueblo. Su abrupta marcha del Obispado acabó con la profesionalidad en la comunicación que emanaba desde allí. La salud le abandonó entonces y ahí comenzaron sus importantes problemas físicos y anímicos. Su salud en los últimos años de su vida le preocupaba. Murió el pasado viernes.

Íñigo siempre fue un excelente compañero, el alma de la fiesta en las celebraciones y un buen amigo desde la infancia. Sus compañeros del colegio La Salle de Santander, donde cursó EGB y BUP, le recuerdan como el animador de todos los festejos. Damos fe de ello en El Diario Montañés: las comidas y cenas de confraternización eran únicas gracias a él. Desde el colegio era también un derrochador de felicidad, tanta, tanta, que la transmitía haciendo reír con sus chascarrillos continuos. Era muy popular y famoso en La Salle por sus imitaciones a profesores, a hermanos del colegio y a personajes populares de la época del cine, radio y televisión. Siempre contaban con él en las fiestas de San Juan Bautista de La Salle para que actuara en el salón de actos, para que hiciera algunos de sus famosos monólogos...

Íñigo vivió toda su vida en Solares, encima de la cafetería México, y su abuelo Rafael Ben Velero y su padre, Víctor Ben Sacristán, fueron los titulares de la farmacia de El Bosque, situada después del puente de Solares. Sus primeras letras también las cursó en el entorno familiar, en el colegio de su abuela Carmen Sacristán Barceló.

Su despedida fue ayer en la iglesia parroquial de Santa María de Cudeyo, en el pueblo de Valdecilla, donde pudimos evocar su memoria y su figura, sus entrevistas a famosos y su trabajo solidario.