El hombre que dedicó su vida a la mar y nunca aprendió a nadar

Cayo Secundino López era viudo de María Isabel Gómez, con quien tuvo tres hijos: Secundino, María Isabel y Fernando, que se casaron también. Tuvo después cinco nietos, dos nietas políticas y cuatro bisnietos. Una familia grande y feliz, triste ahora por su ausencia. A todos ellos enviamos nuestro más sentido pésame, en estos días de bajamar en donde todos andamos mariscando en los arenales del corazón, compartiendo con sus amigos, su recuerdo.

Cuni vivió la pesca desde niño y el remo en Pedreña desde muy joven. Heredero de la emblemática trainera de los años cincuenta, la de los hermanos Ballesteros y el patrón Joselón Bedia. Fue un remero comprometido con la Sociedad de Remo de Pedreña.

Pero su vida laboral estuvo ligada a la mar, primero en la marina mercante y después trabajando muchos años como marinero en distintos barcos de pesca y recreo. En el 'Moracico' de Ramón Quijano, trabajó durante cuarenta años, compartiendo su saber hacer pesquero y marinero. Las historias de la mar y la amistad. El respeto por el duro oficio de la pesca.

Saliendo a pescar, haciendo Norte al amanecer, con el despunte del sol a estribor, un amigo le preguntó: «Cuni, ¿cómo es que después de toda la vida embarcado no has aprendido a nadar?». «Tampoco saben volar las azafatas y están todo el día volando», respondió Cuni.

A Cayo Secundino le llamaban Cuni, quizá, porque entre las olas y el viento, las voces se encogen y la vanidad se achica. El hombre se vuelve grande y el alma se vuelve hombre.