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Al mundo de los bolos se puede llegar de muchas maneras. Hay caminos sin salida en los que, por tradición familiar, el olor de la madera no te abandona nunca. En otras ocasiones un amigo, un pariente lejano y el interés convierten a un aficionado ... en un deportista. Y hay veces que, sin apenas haber jugado, se puede llegar al mundo bolístico y ser uno más en la historia de una de las peñas más reputadas de la historia.
El último es el caso de Alfonso Arenal de la Pedrosa, camargués fallecido hace unos días y patrocinador durante varios años de la Peña Riotuerto de La Cavada. Además de por su colaboración bolística, Alfonso era conocido por lu labor profesional y por su negocio, Talleres Arenal, una empresa dinámica ubicada en el Polígono de Trascueto que tuvo una actividad metalúrgica pujante durante muchos años y se convirtió en una referencia para los usuarios.
Hombre afable y discreto, su acceso a la Peña Riotuerto llegó a través de su yerno, Vicente Gómez, un gran jugador que falleció demasiado temprano e hijo de una leyenda de las boleras como Toño Gómez.
La llegada de Vicente en 2002 a la recién creada Riotuerto, nacida de la fusión entre La Cavada y Las Helguera, para formar parte de una plantilla en la que también estaban Nando Soroa, Alfredo Aja, David Cecín y César Iglesias, supuso el desembarco como colaborador de Arenal, que desde un segundo plano siempre ayudó a la entidad y dejó un recuerdo entre la junta directiva presidida por José Antonio Abascal que todavía perdura. Fueron años intensos en lo deportivo, toda vez que el primer curso el equipo ascendió a la máxima categoría -por aquel entonces la Liga Nacional- descendió en su primer curso en la élite y, en 2004, regresó a las alturas ya con jugadores como Rubén Túñez o Antonio Ruiz en sus filas.
Casado con María del Carmen, padre de Leticia y Pedro y abuelo de Daniela, Alfonso era un hombre sencillo que dejó huella en todos los ámbitos, tanto personales y laborales como bolísticos.
La marcha de Gómez de orillas del Miera separó los caminos de peña y patrocinador, aunque el paso de los años no ha enfriado el agradecimiento a una persona querida por todos los que le conocieron.
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