El hombre que fue un gran ejemplo de trabajo lucha y esperanza

Esto es lo que nos ha pasado a mucha gente del municipio de Entrambasaguas (vecinos, amigos y multitud de excompañeros de trabajo), cuando el pasado día 30 de diciembre nos llegó la triste noticia: Francisco Gutiérrez Pascual (Paco), nuestro querido amigo había fallecido.

Paco era natural del municipio de Entrambasaguas y estaba casado con Eugenia Ortiz Fernández, con quien tuvo dos hijas: Marta y Silvia. También era el pequeño de diez hermanos, de los cuales seis eran varones y el resto mujeres. Todos ellos juntos formaban la familia Gutiérrez Pascual.

Su padre, Fabián Gutiérrez Torre, fue el que se inició en los trabajos de albañilería y construcción y quien, junto a un empleado suyo, Luis Puente, dio comienzo a la realización de trabajos de albañilería en el pueblo de Entrambasaguas y alrededores.

Cuando los hijos varones cre cieron constituyeron, en 1974, Construcciones Gutiérrez Pascual S. A. Una empresa familiar que fue muy relevante para el municipio de Entrambasaguas, ya que se dedicó a la construcción de diferentes urbanizaciones, pisos, garajes y locales comerciales, dando un empuje importante de modernidad y expansión al municipio.

Hablar de Construcciones Gutiérrez Pascual era sinónimo de profesionalidad, calidad y garantía. Un negocio local que se expandió poco después a pueblos vecinos como Villaverde de Pontones. Solares, etc.

Paco fue un trabajador infatigable, un luchador que se es- forzó por ganar la batalla a la enfermedad, con una fuerza inusitada. Con su marcha, echaremos en falta su presencia en las tertulias de la mañana, en la taberna The Hunter 's, al rededor de la mesa, saboreando uno o dos cafés e intentando siempre arreglar este mundo en el que nos ha tocado vivir. Echaremos en falta tus paseos por el Barrio de La Brena o la Parcelaria, acompañado siempre de tu esposa Eugenia, y que nunca olvidaremos.

Con estas líneas pretendo resumir la despedida de una persona sencilla y querida tras su fallecimiento. Algo que deja de ser anónimo cuando el cortejo fúnebre nos sorprende y la muerte viandante penetra en nuestro barrio y llama a la puerta de alguien tan querido y tan nuestro como Paco.

Tiene algo de inédito el morir, y es que no somos conscientes de ello, aunque sabemos de memoria de su mal trago. Ya no sirven duelos para mitigar nuestro llanto, que nos parece un intruso. Así de humano es este momento, y así de retador se nos impone en un instante.

Así es la despedida sentida de alguien que ha dejado una huella en nuestras vidas y en nuestros corazones que no se puede borrar.

Mis condolencias a su esposa Eugenia, sus hijas, Marta y Silvia y a toda la familia.

Paco, descansa en paz