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Andrea del Río
Martes, 30 de enero 2024, 07:20
Nacido en Maoño (Santa Cruz de Bezana) a comienzos de los años sesenta, mi padre, Víctor del Río Haya, fue un niño inquieto, alegre, sociable y también un poco revoltoso, seguro que dirían mis abuelos Paula y Víctor. Muchos de sus amigos siguieron siendo esos ... amigos y vecinos del pueblo, de la infancia, los de siempre, y eso hace resaltar una de sus virtudes: la lealtad. El Instituto José María Pereda le acogió en sus años de adolescencia al tiempo que comenzaba a forjar su futuro laboral, siempre ligado al sector textil de caballero. Más de 30 años en las desaparecidas Gandarillas y Stil, dos comercios santanderinos en los que se desarrolló como profesional y en los que creó grandes vínculos.
Compañeros, clientes y proveedores se convirtieron en amigos y en unos de esos años jóvenes, en una de las idas y venidas en autobús, encontraste, como tú decías, a tu gran amor, a mamá. Siempre habéis sido un ejemplo de equipo, cada día y hasta el ultimo. Juntos siempre afrontando las adversidades y persiguiendo vuestros sueños de la mano. Así nació uno de ellos, V'Man, nuestra tienda. Con grandes dosis de valentía, ilusión y esfuerzo lo lograsteis y aquí seguiremos capitaneándola juntas, como hemos hecho estos últimos años en los que la enfermedad no te lo ha permitido.
Hoy soy muy consciente de que la calle Rualasal de Santander y tu querido Maoño lloran tu ausencia. En tu despedida nos has recordado que te has sentido afortunado, que has tenido una vida plena y feliz. Han sido 63 años bien aprovechados, en los que has hecho realidad muchas de tus ilusiones y sueños, pero no todo ha sido bonito. Tus tres últimos años han sido complicados. La enfermedad llamó a nuestra puerta cargada de dolor y lucha. Como buen deportista que siempre fuiste, rendirse no era una opción. Tu fuerza y valentía, unidas a la energía de toda la gente que te quiere, el amor y los cuidados de tu familia y amigos y el buen saber hacer del equipo médico han permitido que lleguemos juntos hasta aquí.
Querido papá, qué afortunados hemos sido de tenerte, pero qué difícil es despedirse de ti. Lo que tenemos claro es que siempre estarás con nosotros y que has dejado huella en cada uno de tus pasos. Así que ahora sólo deseamos que el dolor se vaya y la sonrisa vuelva. Descansa en paz.
Hasta que la vida nos vuelva a encontrar. Te queremos.
Tu hija Andrea
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