El joven deportista que cultivó su amor por el fútbol hasta el final

Antonio Fernández Vázquez era un joven de 20 años brillante que dejó una huella imborrable en todos los que lo conocimos. El deporte fue parte importante de su vida y le dio muchas satisfacciones durante su enfermedad. Disfrutaba siguiendo la Fórmula Uno, el golf, el baloncesto, el rugby... Eran deportes que le encantaba ver en televisión pero su pasión, la que le hacía latir fuerte el corazón, era el fútbol. Una disciplina en la que se inició desde niño en las escuelas deportivas de Cayón. Allí ya lo empezaron a querer, pero pronto se lo llevaría el Racing de Santander donde comenzó a jugar en las secciones inferiores. En esa primera temporada apareció la enfermedad que, entre lucha y recaída, lo dejaría jugar intermitentemente, hasta que regresó a su querido CD Cayón, donde actualmente también juega su hermano.

Cuando las fuerzas ya no le permitieron jugar, Antonio descubrió su otra pasión, la de ser entrenador. Se tomaba los partidos como un reto; le gustaba planificar, estudiar al contrario y entrenar. Era un estratega del fútbol. Así es como acabó su vida deportiva, que fue larga a pesar de su corta edad.

Desde estas líneas queremos deciros que, en estos días en los que nos planteamos el sentido de la vida, en el que todos nos hemos preguntado a qué dedicamos nuestro tiempo, qué es lo que realmente importa, dónde podremos encontrar respuesta a los por qués que nadie sabe respondernos…

En estos días, en los que todo se tambalea, hay algo que, como familia, hemos descubierto y que nos llena de fuerza: hay mucha, mucha gente que quería Antonio. No sabíamos que erais tantos y no sospechábamos lo importante que ibais a ser para transitar por esta situación que nos ha tocado vivir. Familiares, vecinos, amigos de colegio, de instituto, de pandilla, tantas y tantas personas del mundo del fútbol, personal del ayuntamiento, sanitarios… Personas que habéis ido formando parte de la vida de Antonio desde que nació hasta que se ha despedido de nosotros. A todos los que habéis estado, que estáis hoy y que estaréis mañana, os damos las gracias.

Antonio nos deja su legado. Un mensaje de que la vida se enfrenta como te llega y que, mientras las cosas te van sucediendo, tú debes seguir disfrutando tanto como puedas. Su ejemplo, su fortaleza y el cariño que sentimos de todos vosotros serán el refugio donde nos cobijemos para empezar, desde ahora, a seguir avanzando con la vida.