![El lebaniego que se ganó el aprecio y el respeto de sus empleados](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/10/17/88182122-k5VE--1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Fue un hombre querido y respetado por todos los que lo conocimos, porque Ricardo Gutiérrez, conocido cariñosamente como 'Ito', era una persona entrañable que, con su mirada de bondad, llegaba al corazón de las personas que le rodeaban. Con un trato directo y familiar, siempre ... fue apreciado por los trabajadores de su empresa, donde se encontraban como en su propia casa y donde siempre procuró dar cabida a jóvenes lebaniegos, porque sentía a la tierra donde nació y a sus gentes de manera especial. Siempre se sintió un lebaniego amigo de sus amigos, con los que disfrutaba cada vez que su trabajo se lo permitía y regresaba a Ojedo.
Pero su familia estaba por encima de todo. Su esposa, Josefina, sus cuatro hijos, sus nietos, a los que adoraba, sus hermanos y el resto de su familia fueron para él ese refugio en el que siempre se sintió correspondido, por todo lo que él les había aportado y por los valores que recibieron.
Ricardo nació el 24 de junio de 1947 en Cahecho (Cabezón de Liébana). A los dos años la familia se trasladó a Ojedo (Cillorigo de Liébana) y fue en este pueblo donde aprendió las primeras letras. Con 16 años comenzó a trabajar en la fábrica de Poimate, donde permaneció tres años. Después, se trasladó a Santander, repartiendo durante año y medio cerveza con un camión. Al finalizar el servicio militar en El Ferrol, trabajó durante ocho años en la empresa de cerramientos metálicos Laminaciones Lesaka (Navarra) y después se traslado durante un año a Barcelona. A su regreso a Ojedo, monta una carpintería metálica en la que durante nueve años fabrica puertas y ventanas de aluminio así como carpintería en general.
En estos años vuelve a contactar con Laminaciones Lesaka para pedir asesoramiento para el cerramiento de la nave de Orulisa, un trabajo que supone el inicio de una nueva etapa. Sigue un año más con la carpintería pero inicia con éxito los trabajos de montajes de cerramientos. Después de permanecer dos años como autónomo, constituye Montajes Rigusa, una empresa en la que contrata a trabajadores lebaniegos, una circunstancia que le hacía sentirse muy feliz.
Nunca miró el reloj para dar por terminada la jornada laboral porque disfrutaba con lo que hacía. En la empresa que dirigió durante 25 años, situada en los bajos de su vivienda familiar en Maliaño, llegó a tener 20 trabajadores.
Ito se jubiló en 2012 y su hijo Ricardo pasó a dirigir la empresa familiar, mejorando su rendimiento y trasladándola a una nave más amplia en la recta de Heras, lo que fue un motivo de orgullo para Ito. Su esposa, Josefina, con la que compartió su vida desde 1972, sus hijos, nietos y el resto de su familia le recordarán como un trabajador ejemplar y una persona que se ganó el aprecio, la amistad y el cariño de todos los que tuvimos la suerte de conocerle.
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Ana del Castillo
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