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La relación de José Antonio Abella con Cantabria fue siempre de admiración y cariño. Llegó a tener una casita en Prellezo, acaso mero pretexto para estar cerca del mar, como lo estuvo en las temporadas infantiles que disfrutó en Castro Urdiales. Ese amor al mar ... pudo ser también el que le llevó a conocer las peripecias de Francisco de la Vega Casar y escribir 'El hombre pez', novela que publicó Valnera en 2017. Fue entonces cuando nació nuestro primer contacto profesional, que pronto se convirtió en una relación fraternal.
A partir de ese vínculo con Ediciones Valnera, se fortaleció aún más la conexión con Cantabria. De hecho, las primeras ediciones de 'Aquel mar que nunca vimos' pudieron ver la luz gracias a las ayudas económicas de los ayuntamientos de Camargo y Villaescusa, respectivamente, y varias de sus novelas también recibieron subvenciones del Gobierno de Cantabria. Y todas, por supuesto, fueron presentadas en nuestra región.
El primer mazazo demoledor sobre su salud lo recibimos en octubre de 2021. El día 22 de ese mes nos encontrábamos promocionando en Belorado su novela 'Aquel mar que nunca vimos'. José Antonio padecía lo que consideraba una fuerte ciática, aunque su extrema palidez nos hacía desconfiar. Una analítica de sangre confirmó el peor diagnóstico: un cáncer de colon, de los considerados incurables, era el causante de su anemia y de los demás efectos secundarios. En diciembre de ese mismo 2021 se sometió a una operación arriesgadísima, y comenzó su lucha contra la enfermedad. Pese a la rapidez y potencia del tratamiento, en junio de 2023, en la Feria del Libro de Madrid, nos dijo que le habían vaticinado tres meses de vida. Quienes se lo comunicaron entonces desconocían su fuerza de voluntad, porque Abella consiguió alargarla hasta trece meses para lograr finalizar la obra literaria que le quedaba pendiente.
Nuria Díez Herrán, en la contraportada de 'Cáncer imperator' (hasta ahora su última novela, publicada en mayo de 2024) refiere que «el propio autor considera este periodo de lucha como el más fértil de su producción literaria, con dos novelas escritas y publicadas 'Agnus diaboli' (Valnera) y 'El corazón del cíclope' (Menoscuarto), y otras dos, escritas también en estos días difíciles, que aguardan a ser publicadas: 'Todas las muchachas serán tuyas' y 'Santa Selma'». El indomable espíritu literario de Abella aún consiguió finalizar, después de esta presentación de Nuria, una tercera titulada 'Dos novelas cortas, dos relatos largos'.
Así me lo refería el propio autor: «Querido hermano, pronto me uniré con tranquilidad a ese grupo de los que se van, tratando de dar las últimas pasadas de lija fina a los libros que se irán publicando a su debido tiempo. Dos serán para vosotros, si los aceptáis en vuestra casa. También quería preguntarte por la secuencia de las publicaciones. Había pensado que la primera fuese la editorial Páramo con la reedición de 'La llanura celeste'. En otoño de este año 'Todas las muchachas serán tuyas', que editará Menoscuarto, como la reedición de 'La sonrisa robada'. Debería seguirle 'Santa Selma', ya de vuelta al hogar de Valnera, en primavera de 2025, y cerrar, también con Valnera, en otoño de ese mismo año, con 'Dos novelas cortas, dos relatos largos' (hazte cargo de su edición con todo el cuidado que siempre pones en tu trabajo, incluso un poquito más: será mi último libro), pero sin prisa, sin prisa... Habla con Campelo, de Páramo, y con Zapatero, de Menoscuarto, para organizar el orden de las publicaciones. La idea es que un libro no se coma al precedente ni sea comido por el que le siga. Creo que es lo mejor para el propio libro, darle tiempo a que respire, que sea objeto de críticas y se difunda sin una espada de Damocles».
Su clarividencia en las horas finales fue sorprendente y la utilizó, incluso, para despedirse de la vida, elegantemente, por medio del protagonista de 'Santa Selma': «Gracias por hacerme saber que la vida, siendo mucho, no lo es todo. Gracias por ayudarme a no esperar la muerte como quien teme un castigo. Gracias por el cansancio que me conduce al sueño. Gracias por los sueños. Gracias por permitirme afrontar el final con dignidad. Gracias por sentir que he vivido la vida y que la vida me ha vivido. Gracias por el día definitivo en que el agotamiento me pueda, por esa última hora en que no quiera despertar..., y no despierte».
Nuestro adiós personal no pudo ser el que habíamos planeado. Nos bastarían apenas diez minutos, «siquiera para abrazarnos y llorar juntos». Pero, después de tanta lucha, y con sus objetivos ya cumplidos, el desenlace llegó demasiado bruscamente. Aunque todavía tuvo las fuerzas justas para despedirse por wasap y enviarme tres emoticonos: un corazón, un abrazo y un trébol de cuatro hojas.
Prometo cuidar tu obra, amigo, la ya publicada y la pendiente de publicar. Y procuraré que quienes todavía no la conocen descubran tu brillante escritura, propia de un orfebre del lenguaje. Palabra de editor. Palabra de hermano.
Jesús Herrán Ceballos es editor (Valnera)
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