Una leyenda del ciclismo en años muy difíciles

La vida de 'Cinchu' no fue precisamente una balsa de aceite, muy diferente a la de San Emeterio. Ni en el aspecto personal ni en el deportivo. Este mítico ciclista, de Torres, era uno de los ochos hijos de un encarcelado como consecuencia de la Guerra Civil. Y su mujer, de Ganzo, tuvo que tirar de ese 'pelotón' durante muchos años.

Adolfo pronto le cogió gusto a la bicicleta y comenzó a entrenar con el sueño de ganar algún dinero dándole a los pedales. Contaba a los más íntimos que cuando salía a la carretera llevaba para comer y reponer fuerzas un modesto bocadillo de arenques. Eran años en los que el Circuito Montañés era la prueba de aficionados más importante del país, con la participación de equipos y deportistas punteros en esos momentos. Adolfo Cruz corrió alguno de ellos, aunque sus hazañas fuera de la región no se recogieron nunca en la región. En Cantabria entonces se callaban sus triunfos. A su mujer, a la que entregaba el dinero ganado en las carreras, tras semanas fuera de casa, le decía que ese era el tributo a pagar por ser «hijo de un rojo».

A base de esfuerzo, este ciclista que trabajó en la Sniace, se hizo profesional entre 1953 y 1959, y llegó a disputar alguna Vuelta a España al parecer con el equipo Vasco-Montañés. Las grandes marcas comerciales aún no habían irrumpido con fuerza en este deporte. Parece, de hecho, según cuenta Jesús Gutiérrez Llano, quien más sabe de este deporte en Torrelavega, que 'Cinchu' tan solo corrió con un equipo, el Lube, una empresa de bicicletas desaparecida hace años.

Cuenta Jesús que 'Cinchu' fue un gran mecánico que reparaba bicis en un garaje ubicado en Torres, ahora un taller de chapa y pintura que regenta su hijo, también llamado Adolfo. Hasta hace pocos años a 'Cinchu' se le veía sobre una BH por las calles de su pueblo. Amor al deporte.