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De sol a sol. A las siete de la mañana, María Luz Abascal Saiz de la Maza abría las puertas del restaurante El Español, en Selaya. Mientras servía los desayunos ya tenía en la lumbre las cazuelas con los guisos y ese cocido montañés que ... da fama al establecimiento. Luego, se movía entre la cocina y la barra del bar. Su hábitat natural, de sol a sol, de siete a dos de la mañana. Detrás del mostrador, lo mismo servía un blanco de solera que daba conversación a los clientes habituales. Tarea en la que también destaca su marido, Luis Ramón Sáenz Pérez-Camino, propietario del negocio.
María Luz falleció el pasado miércoles, a los 66 años de edad. Una muerte demasiado temprana para una mujer vital, infatigable, afable, solidaria y, sobre todo, buena.
De padres ganaderos, se crió en Tezanos de Villacarriedo. Tuvo la oportunidad de estudiar el bachillerato en Santander, donde también comenzó la carrera de Magisterio. Pero como muchas otras mujeres de su generación, el matrimonio la devolvió al pueblo. Luis Ramón había heredado el negocio de su padres y, hombro con hombro, había que tirar del mismo.
Los comienzos no fueron fáciles. Primero un bar con un pequeño reservado donde se servían algunas viandas y, después, un restaurante cuyas cocinas quedaron bajo el mando de María Luz. La responsabilidad y sus ansias por saber la volvieron una temporada a Santander, donde estudió cocina. Así que, a pesar del sello de cocina tradicional de El Español, a ella le gustaba experimentar. Sus salsas de queso para la carne son un buen ejemplo de su formación y su buena mano para los fogones.
Su hija, María, siempre le dijo que era demasiado buena. Recogía y ayudaba a cualquier inmigrante que llegara a Selaya. Incluso tuvo en su propia casa a uno de ellos, que llegó con una mano 'alante' y otra 'atrás'. Prefería quedarse unas horas de más en el interior del bar para que sus empleados se marcharan antes a sus hogares, a descansar y ver sus familias, tras una dura jornada de trabajo.
María Luz deja viudo y dos hijos, María, profesora, y Luismi, en el restaurante -quién a los suyos se parece...-. Y cinco nietos a los que adoraba.
Descansa en paz esta gran mujer en el cementerio de la iglesia parroquial de San Juan Bautista, de Selaya.
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