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A Milagros Sierra los vecinos de La Cavada la llamaban cariñosamente la 'jefa de estación'. Y es que ese era el oficio que medio heredó de su marido, Luis Bolado, cuando este marchó con destino a Bilbao. El pasado 17 de marzo, Milagros se despedía ... de este mundo a los 93 años de edad, pero tras de sí dejó un grato recuerdo entre los habitantes de La Cavada.
Muchos de ellos la recuerdan ahora junto a su marido y sus dos hijas (Amelia y Aurora) regentando el despacho de billetes de la estación. En realidad el jefe y quien daba salida a los trenes era él, pero ella también ejerció esa responsabilidad cuando su marido no estaba o le destinaban a otras estaciones. El día a día de vivir en una estación de tren tenía sus rutinas. Milagros y su familia residían junto al trabajo y muchos de los viajeros que iban y venían eran ya sus amigos.
«Su día a día era despachar los billetes o recoger las mercancías que traía el tren», explica su hija Amelia, que destaca de ella que fue una buena madre «siempre pendiente de sus hijas» pero también una mujer que, junto a su padre (fallecido hace 23 años), supo hacerse querer por la sociedad que le rodeaba y con la que colaboraba activamente siempre que podía. «Recuerdo que ayudaba mucho a la gente y a organizar la fiesta de la juventud, se implicaba también con la cabalgata de los Reyes Magos», enfatiza Amelia. También su padre destacó por su vocación musical y era conocido entre los vecinos porque impartía clases de guitarra y de laúd en el tiempo libre que le dejaban sus obligaciones en la estación.
Milagros no era de La Cavada pero sí de un municipio cercano. Había nacido en Orejo y conoció a su esposo, Luis, durante las fiestas de Santiago de esta pequeña localidad de Marina de Cudeyo. Luis era de Medio Cudeyo así que casi eran también vecinos.
Cuando Luis inició su carrera ferroviaria se casaron. Corría el año 1958 y poco después nacieron sus dos hijas. En 1964 se trasladaron a la estación de La Cavada donde permanecieron otros «treinta años más o menos», rememora ahora su hija. Tras la jubilación Luis y Milagros partieron a vivir a Santander, pero ella siempre que podía volvía a La Cavada para saber de sus vecinos. Lo hizo hasta sus últimos años y, por ello, será recordada siempre con cariño como la jefa de la estación.
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