Pilar Gómez Herrera
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Pilar Gómez Herrera
José Ramón Inguanzo Gómez
Martes, 25 de junio 2024, 02:00
Un amigo de Valladolid residente en Toledo, José María, al enterarse que la muerte de mi madre coincidió con el quinto aniversario de la marcha de mi padre al cielo, me mandó el siguiente mensaje: «¡Qué cosas más curiosas hace a veces la Divina Providencia!».
Si San Pablo descubrió el cristianismo al caer del caballo, yo lo conocí a través de la vida ejemplar de mis padres: en el espíritu de trabajo, en la generosidad hacia los demás de mi padre y en el espíritu de sacrificio y abnegación de mi madre con la familia. Pues, como reza el refrán, 'Fray ejemplo es el mejor predicador'.
Voy ahora hablar un minuto de mí, y no por narcicismo. Mis amigos me dicen -y es por eso por lo que son mis amigos, aunque a veces su cariño les hace deformar la realidad- que soy inteligente, que tengo prodigiosa memoria y un magnifico currículum: y de mi currículum académico y profesional voy a destacar lo más importante, el que tiene más créditos universitarios y que más me ha valido en mi vida profesional y personal: el máster en dirección y administración de empresas, que duró 20 años -y no porque suspendiera y repitiera-, y es que ahora me arrepiento de no haberlo aprovechado mejor. Fue en la renombrada Universidad Talleres Inguanzo; lo dirigía Pepe Inguanzo y -en el plantel de prestigiosos profesores- estaban: Miguel Ángel, José Antonio, Rodri, Valentín, Tonio, José Ignacio, Minis, Martín, Alberto... y paro de contar, no sea que, por no nombrar a todos se molesten... Y aprendí de todos ellos: citados y no citados. Y siguiendo el hilo argumental del azar de fechas, y recordando una hermosa canción de Carlos Baute: el que mis padres se conocieran no fue una coincidencia sino que lo quiso el destino. Más exacto sería proclamar que lo quiso Dios providente, quien no elimina las casualidades, sino que las gestiona para enviar a nosotros, sus hijos,-un tanto despistados- una señal, un guiño de su presencia materna y paterna.
Y por eso digo ¡Gracias, papá, por haber elegido a mamá!, ¡Gracias, mamá, por haber querido a papá!. Ha llegado el día en que se han reunido mi padre y mis dos madres: la del cielo y la de la tierra. Recuerdo a mi padre también hoy porque no se entiende a Pepe sin Pilar y a Pilar sin Pepe.
Mis padres se fueron con los deberes hechos: mi madre recibió el sacramento de la Unción nada mas sufrir el primer ictus y se lo administró el capellán de Valdecilla y lo recibió sonriendo y con agradecimiento y otra vez, bajo condición, nada más fallecer. Mi padre también recibió el sacramento de Unción una semana antes de fallecer y además le pidió al Padre Antolín que le confesara. Le pregunté cual fue la penitencia: un Padrenuestro; le cogí de la mano y le dije vamos a rezarle juntos: me emocioné y me quedé en blanco, no me acordaba de seguir y fue él quien me guió hasta el final. Y ahora me acuerdo que él decía que desde que falleció su amigo Antón siempre se acordaba de rezar un Padrenuestro por él antes de dormir, por eso os pido ahora que recéis por ellos.
es hijo de Pilar Gómez y Pepe Inguanzo y leyó esta carta en el funeral de si madre en la Iglesia de San Pedro Apóstol de Monte.
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