La mujer independiente y familiar con un fuerte espíritu de superación

Por desgracia, quedaste huérfana de madre a temprana edad. La abuela falleció con 47 años, el 24 de julio de 1951. En esos tiempos de guerra civil y posguerra solo nuestros mayores saben lo que tuvieron que pasar. Fueron años de trabajo, esfuerzo, sacrificio y necesidad, pero vuestras fuertes convicciones religiosas y vuestro gran apego a la familia os ayudaron a salir adelante.

Eras una mamá tradicional, que cocinabas como nadie y movías la máquina de coser con soltura. Además, siempre fuiste una mujer adelantada a tu época, independiente, empleada de Telefónica y con tu propio coche, tu Seat 850.

No sería hasta el 12 de octubre de 1974, fiesta de la Virgen del Pilar, día en que se celebra la Fiesta Nacional, cuando te casarías con papá, el chico de los camiones, Pedro Liaño de la Peña, que a fuerza de insistir te conquistó, y empezaríais con ese proyecto de vida, proyecto familiar en común. Fruto de ese matrimonio llegaron vuestros tres hijos: David, Raúl y Carlos. Los tres os debemos todo lo que somos y ponemos en valor todo el cariño, dedicación, paciencia y generosidad que pusisteis en nosotros. Nos proporcionasteis todos los medios a vuestro alcance, sin escatimar recursos, para que tuviéramos la mejor formación académica, carrera universitaria e idiomas. Todo lo que vosotros no pudisteis tener y que, como padres, os hacía sentir un gran orgullo. Pero lo más importante fue transmitirnos todos esos principios y valores en los que fuisteis educados por los abuelos para ser buenas personas.

No tuviste una vida fácil, cuando estabas en lo mejor de tu vida, a tu esposo, a papá, le diagnosticaron una enfermedad degenerativa, una esclerosis lateral primaria.

Cuidaste y quisiste a papá fiel a tus votos: «yo Julia te recibo a tí y me entrego a tí, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida».

La vida te puso a prueba muchas veces: una operación de corazón, un cáncer de pecho, un ictus… pero tus fuertes convicciones religiosas, tu espíritu de sacrificio y superación, junto con el apoyo familiar te ayudaron a salir adelante.

Es difícil aceptar la muerte de un ser querido, pero para una persona creyente, como es tu caso, es un paso que hay que dar. Seguro que ahora te encontraras en un lugar mejor donde podrás descansar en paz.

Seguirás presente en la memoria y en los corazones de todos los familiares y amigos que tuvieron la oportunidad de conocerte. Sentimos que nos sigues cuidando y protegiendo como siempre hiciste. Te queremos y ya te echamos mucho de menos mamá. Da un beso a los abuelos y a los tíos.

Nos vemos en el cielo. Te quieren tus hijos y tu marido.

David, Raúl y Carlos Liaño son hijos de Julia Delfina Fernández