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Josefa Pérez Vega fue la primera mujer concejala del Ayuntamiento de Santander. Uno de los motivos por lo que su nombre se escribirá con letras de oro en la historia de nuestra ciudad. Pero es que, además, fue catedrática de Biología tras cursar la carrera ... en una época en la que tan sólo un 3% de mujeres estudiaba en la universidad. Funcionaria -ejerció en el País Vasco, donde estuvo amenaza por ETA-, figura además como profesora de instituto, uno de ellos el Santa Clara, y miembro destacado de dos organizaciones importantes en Cantabria, como la de Mujeres Viudas -estuvo además en la federación nacional- y la de Mujeres Rurales. Noventa y cinco años de vida -falleció el pasado miércoles- en los que padeció los avatares de la Guerra Civil y afrontó con una gran fortaleza la muerte de su esposo -José Gómez Laínz-, con tan solo 37 años y cuatro hijos pequeños a los que alimentar, cuidar y darles una buena formación. Sin duda alguna, un ejemplo de mujer activa y de madre, valiente y de profundas ideas religiosas aunque siempre adelantada a su tiempo y con la profunda preocupación por la educación de las mujeres en nuestro país. Una de sus hijas, Laura, dice que siendo edil del Consistorio de la capital cántabra siempre tuvo por bandera la frase: «Santander será mañana lo que nuestros hijos aprendan a ser hoy».
Pérez Vega nació por casualidad en Escalante. Su padre, Manuel Vega, era el médico del pueblo. Estudió Biológicas en Madrid y ejerció como docente en dos institutos de Cantabria. En el Ayuntamiento de Santander entró como concejala en virtud del tercio familiar y tras la muerte de Franco le tocó ejercer el cargo en la época de la transición. Así que fue edil con Alfonso Fuentes, Marino Fernández Fontecha y Juan Hormaechea.
Opositó a Agregados de Instituto y sacó la cátedra de Biología y, como inspectora de Trabajo, fue destinada a Bilbao. Allí estuvo amenazada por ETA hasta que el primer gobierno democrático de Cantabria la reclamó para formar parte del cuerpo de la Consejería de Educación, en 1984. Su marido, ingeniero industrial, murió de un accidente laboral en la antigua Cirages Francais, empresa belga ubicada en la calle Tetuán.
Laura Gómez Pérez dice que Josefa «fue todo para nosotros. Nuestra madre y nuestro padre. Profundamente religiosa, nunca nos transmitió tristeza. Fue además una adelantada en su tiempo». Manejaba las redes sociales a la perfección.
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