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Tenía una forma de ser y de estar en el mundo que la hacían entrañable. Por eso la noticia de su ausencia ha dejado un ... enorme vacío en Colindres y su entorno. Líber impartió su magisterio de la vida en El Asador El Puerto. Allí desplegó esa forma de ser cautivadora, dominando como nadie los tiempos de la conversación y de la escucha. Canjeando enojos por sonrisas, siendo testigo de los trajines y vaivenes de la vida sin otra intención que la de ayudar a que cada día tuviese un rostro más amable.
Y a fe que Líber lo logró. Lo hizo mientras luchaba a brazo partido junto a su marido Lolo por sacar adelante a Bibi, Juanchi y Rocío, que tuvieron en ella un inmejorable espejo en el que mirarse.
Ella vivió con orgullo el empeño de Agapita y Antonio al levantar aquel 'rascacielos' en el que llegaron a alojar a cien personas y que comenzó teniendo un modesto bar en su parte inferior, que acabó evolucionando hacia la actual configuración de Hospedería y Asador.
Allí, entre los suculentos caracolillos, almejas y rabas, Líber se entregaba a la misión de dejar a los clientes con esa sensación de haber estado en la casa de una amiga. Algo sencillo cuando el vínculo se arrastraba durante décadas. Pero al alcance de muy pocas personas cuando se trataba de quienes acababan de cruzar por primera vez la puerta del establecimiento.
Un templo del buen comer en el que, gracias a Líber, también el alma recibía su refrigerio y salía confortada con su capacidad de darle la vuelta a un día gris y convertirlo en una jornada radiante.
Fuera del Asador, aún resuenan sus risas en aquellas excursiones de la parroquia, donde se confabulaba con otras compañeras, igual de entusiastas, para hacer de aquellas escapadas unas experiencias inolvidables.
Nunca tuvo una mala palabra hacia nadie, porque lo suyo fue colmar el vivero de la felicidad. La naturalidad con la que se expresaba, y esa mirada que hablaba sin necesidad de articular palabra, eran su tarjeta de visita. El suyo fue un estilo de vida en el que la bondad era el uniforme en el que se enfundaba a primeras horas y del que ya nunca es desprendía. Una mujer inolvidable.
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Ana del Castillo
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