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Representan cuatro generaciones de comerciantes de Torrelavega bajo el rótulo de Manuel Muñoz. Él fue la tercera de una saga familiar. Su hijo ya ostenta ... la cuarta, tras el fallecimiento de su padre, Manuel Muñoz Morejón (Torrelavega, 1951-2022) a los 71 años de edad. Su muerte ha consternado a una generación de torrelaveguenses que ha compartido estudios, aficiones, diversión y trabajo.
Todos los primogénitos varones de esta antigua familia, desde hace más de un siglo, fueron bautizados con el mismo nombre, y los cuatro, han estado al frente del mismo negocio que fue creado por el primer Manuel Muñoz a principio del siglo XX, en la calle La Estrella, arriba de los Portalones, que es como los antiguos denominamos la arcada principal de las cuatro que portican la Plaza Mayor. Abrió la primera tienda-bazar, donde se vendía todo tipo de utensilios como las famosas máquinas de coser Singer, o aquellos enormes aparatos de radio. En el año 1946, su hijo, Manuel Muñoz Varela, se puso al frente del negocio, trasladándolo a un bajo de los soportales de la calle José María de Pereda, debajo de la entonces Radio Juventud. El negocio siguió con la innovación, que fue su seña de identidad, mostrando a los clientes, por ejemplo, las primeras lavadoras de hélice que le sirvieron para ser el centro de la atención de la comarca ya que para su exhibición en el escaparate decidió llenar de espuma una lavadora, con luces de colores, que fue la sensación, porque si algo han tenido los Muñoz en su comercio ha sido la originalidad.
Por allí correteó Manuel Muñoz Morejón, ahora tristemente fallecido, de tal manera que cuando llegó el momento de enfrentarse a los estudios superiores, optó por quedarse junto a su padre y continuar con la tradición comercial. Lolo Muñoz, como fue siempre conocido, dio un vuelco al negocio, ayudado por su esposa Carmen Carrasco, especializándose en el mundo del sonido, en el ecuador de los años 60, con aparatos de música y televisión que se vendían a crédito, y con la llegada a Torrelavega de las principales novedades musicales en forma de vinilos y casetes. Era famoso su amplio escaparate que llenaba de cintas y discos. Fue a principio de los años 80 cuando inauguró el primer video club de la ciudad, con películas de alquiler en formatos Betamax, Video 2000 y VHS. Llegó a tener en la época 'dorada' hasta seis negocios abiertos.
La implantación de las nuevas formas de venta, no atemorizó a Lolo Muñoz quien entonces cambió radicalmente el sentido de su negocio orientándole, ya de forma definitiva, hacia el público más joven, siempre con el intento de innovar y de ser exclusivo. Así, junto a su hijo, Manuel Muñoz Carrasco (cuarta generación), trasladaron el comercio a la cercana calle Mártires donde ha estado hasta que la enfermedad le ha vencido. Ya descansa en paz un hombre audaz, que portó el comercio en su ADN
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Ana del Castillo
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