![Una parte más de la familia de la Peña Bolística Peñacastillo](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/08/16/97267581-k6dB--1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
José Luis Cobo García
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José Luis Cobo García
Son una figura imprescindible dentro de una bolera. A menudo pasan sin hacer ruido, sin molestar, sin dar que hablar. Llegan los primeros a la arena, completan su labor y abandonan su recinto, en ocasiones, sin la gratitud necesaria de los jugadores, aunque las peñas ... sí son conscientes de lo que tienen en su poder. El pinche de bolos es casi una figura en extinción, una rara avis que, como el viejo camarero, sólo tiene sustituto en jóvenes de las escuelas que no siempre tienen la afición necesaria.
Uno de los más famosos de los últimos años fue José Luis Cobo García, plantador en los últimos años de Peñacastillo y fallecido con apenas 63 años.
Nacido en Santander, 'El Barbas', como muchos le llamaban cariñosamente, llegó a Cañas hace algo más de una década y desde el comienzo fue algo más que un pinche. Y es que además de plantar los partidos oficiales, entrenamientos o torneos siempre estuvo a disposición de jugadores o jugadoras que quisieran ejercitarse de forma particular de cara a un compromiso.
Como reconoce el presidente del equipo, José Manuel González, cuando había que mantener la bolera, ir a por arena o echar una mano en cualquier cosa, siempre estuvo ahí. «Persona excelente», reconoce Nel, «jamás hubo un problema con él». Cobo trabajó en la construcción antes de pasar a estar pensionado y tenía a su cargo a un hermano, que completaba su núcleo familiar junto a tres primos. Cariñoso y trabajador, Peñacastillo le devolvió ese cariño en sus momentos más complicados después de vivir juntos la época más exitosa de la entidad, que tras ganar su primera División de Honor en 2024 (segunda Liga de su historia) no ha parado de cosechar títulos en los últimos años.
A José no le dio tiempo a festejar el último torneo liguero, puesto que una enfermedad se lo llevó de manera fulminante a una temprana edad, aunque hasta última hora vivió los partidos de una forma atenta e intensa, porque realmente le gustaba lo que hacía.
Se va un buen hombre, de esos que dejan una huella silenciosa, que no hacen ruido y que, cuando no están, se les echa de menos. Un pinche atento, siempre dispuesto a ayudar y con el escudo de Peñacastillo siempre al lado de su gran corazón.
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