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Hay personas cuya importante presencia sólo trasciende cuando no están. En una escena típica de cada tarde de bolos en Muslera, un aficionado que se ... acercase por la bolera podía ver a los jugadores entrenando o jugando, a Lel, omnipresente, arreglando el cutío, limpiando hojas o preocupado por el desarrollo del partido. Y podía ver a Juan, cuya presencia abarcaba de la megafonía al ambigú y de la anotación a la escucha activa. Mil facetas que, eso sí, pasaban a un segundo plano al hablar con una de esas almas capaces de llegar al corazón de cualquier interlocutor.
Desde el domingo por la mañana los partidos en Muslera no volverán a ser lo mismo. Los bolos, en general, no volverán a ser lo mismo, porque perdieron a uno de los suyos, un trabajador de verdad, aficionado, comentarista, crítico y apasionado que se fue después de una larga y dura pelea con la enfermedad que finalmente pudo con él. Juan Manuel Cobo Icigar, Juan Cobo en el mundo de la madera, falleció a los 69 años después de pelear ante la adversidad y no fallar nunca a su peña, a su casa. Los Remedios jugó el domingo el partido más difícil de su historia y lo hizo para honrar la memoria de alguien que, oficialmente, era el secretario, pero que en realidad era mucho más.
Policía durante su etapa profesional en el municipio de El Astillero, su afición a los bolos comenzó en Solares, en la antigua bolera de Casa Enrique para desembarcar en Muslera con el nuevo milenio en el año 2000. Discreto y poco amigo de los focos, a Juan nada le pillaba por sorpresa. Todo los avatares posibles los tenía ya previstos, por lo que las competiciones en Guarnizo funcionan siempre como un reloj. División de Honor, fémina o menores, daba igual el tipo de juego y la categoría, todo estaba controlado a la perfección.
Además de su capacidad organizativa, Juan siempre tuvo tiempo para cultivar las relaciones públicas. Cualquiera que pasara por Muslera tenía una charla garantizada, de bolos o de lo que fuera, en un carácter ameno que hacía de Cobo el mejor embajador de la peña astillerense.
Casado con Asun y padre de Lara, pese a sus múltiples tareas dentro y fuera de la bolera, su labor favorita era coger papel y boli y organizar en mayo las tiradas del concurso de San Pedro para categorías menores.
La única tarea que no pudo organizar fue la de esa maldita enfermedad contra la que ha luchado en los últimos años. No llegó a ver el debut de los suyos en 2025, aunque ahora sus restos reposan a escasos metros de la bolera. Algún jugador no descarta que, como el partido no vaya bien, Juan salte el muro para echar alguna bronca. Porque Juan era mucho Juan.
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Ana del Castillo
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