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La fonda de La Hermida fue el establecimiento hostelero donde ya desde niño, y cuando sus obligaciones escolares se lo permitían, José Luis Caso ayudaba a sus padres atendiendo a los clientes que llegaban hasta el local, situado junto a la N-621 que cruza ... el desfiladero.
Nacido en la localidad de La Hermida (Peñarrubia) en 1943, con 18 años recién cumplidos, José Luis inició su vida laboral a las órdenes de Eladio Celis, constructor de Potes que en aquel año comenzó a levantar el edificio de las escuelas del pueblo. Tras finalizar el servicio militar en Santa Cruz de Tenerife, regresó a su pueblo natal y, en 1967, contrajo matrimonio con Clotilde Soberón, también vecina de La Hermida. El matrimonio se hace cargo de la fonda que regentaba la familia, un establecimiento que contaba con 21 habitaciones. En ese momento introducen una serie de mejoras en el negocio, en el que también se daban comidas, y dotan de baño a ocho habitaciones.
El padre de José Luis se ocupaba de la cartería en la zona, una labor que su hijo desarrollaría durante 31 años, repartiendo las cartas en todos los pueblos del municipio de Peñarrubia y en la localidad de Bejes (Cillorigo de Liébana). Compaginó esta actividad con la de taxista, siendo su primer vehículo un R-12 por el que pagó 165.000 pesetas. En aquellos años, con ayuda de una vespacar y posteriormente de un camión, bajaba la leche de los pueblos a La Hermida, donde era recogida por una empresa lechera.
Aficionado a la pesca del salmón, José Luis ha sido uno de los grandes pescadores que ha dado su pueblo. Eran años en los que no había cotos y la pesca era libre. Su primera caña fue de bambú, cortada en Abandames (Peñamellera Baja), y utilizaba cebo de moruga. En una temporada en la que llegó a pescar 23 salmones, uno de los ejemplares capturado en el Estrechu de La Gallega (Lebeña) pesó 11,5 kilogramos. Eran años en los que se iba a pescar en bicicleta y por un buen salmón se podrían llegar a pagar entre 3.000 y 4.000 pesetas (entre 18 y 24 euros).
Caso siempre recordaba cuando se sacaba el agua en garrafones de la poza del río Deva, frente al actual balneario de La Hermida, llevándolos a la fonda, donde se bañaban con las aguas termales los clientes del establecimiento familiar. Después de una vida plena de actividad, José Luis, disfrutó de su jubilación con su mujer, Clotilde, sus dos hijas, hijos políticos, nietos, y resto de familia, celebrando también sus bodas de oro matrimoniales, sin olvidarse de sus dos grandes aficiones: la caza y la pesca del salmón.
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