![La placidez de una mujer con fe](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/08/22/MARIASU-ST-kOiC--1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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No lo digo para adornar un recuerdo de alivio para quienes la conocieron y amaron. Simplemente fue así. María Asunción de Mesones Cabello, Mariasu para sus amigos y allegados, se marchó feliz el pasado martes, 19 de agosto, a los 96 años, desde su casa ... de Reina Victoria de Santander.
Así lo percibieron sus cinco hijos, Mar, Ramiro, Rudi, Coral y Karen cuando cuatro días antes, en el día de su santo, Nuestra Señora de la Asunción, la visitaron con la mayor parte de sus nietos para felicitarla. Entre tanta carne de su carne y día tan señalado para ella, se convocó en la casa familiar una serena y dulce sensación de despedida. Con la mente despejada, aunque en un cuerpo cansado, Mariasu ya presentía que su hora estaba cerca, pero no hubo señales de tristeza o amargura, porque la fe lo endulza todo y Mariasu fue una mujer, una esposa, una madre y una profesora repleta de fe hasta el último día de su vida.
Mariasu fue una mujer muy activa. A los 16 años se fue a estudiar a la Universidad de Barcelona, donde se licenció en Ciencias Químicas. Regresó a Santander y trabajó algún tiempo en una fábrica de productos alimentarios, hasta que, junto con su esposo, Rodolfo Amorrortu, fundó un laboratorio en la Calle de la Unión que fabricaba los productos cosméticos marca Tuizz.
Al mismo tiempo que su aventura empresarial iniciaría una larga carrera docente en el cuerpo de profesores de Secundaria, carrera que se prolongaría hasta su jubilación. Durante todo este tiempo ejerció la docencia como profesora de Física y Química y Matemáticas en los institutos Santa Clara, José María Pereda, Pesquero y Villajunco. Más allá de impartir las clases con su calculada metodología, se interesaba personalmente por cada uno de sus alumnos. Por eso son innumerables quienes la recuerdan como una excelente profesora.
Era viuda de Rodolfo Amorrortu, pionero del deporte de Montaña en Cantabria, experto escalador y esquiador y héroe silencioso y humilde de Monte Perdido, montaña del Pirineo donde su pericia le permitió salvar vidas que le valieron la Cruz de Mérito Militar con distintivo blanco. María Asunción compartió con Rodolfo la afición por los deportes, en especial, como no podía ser menos, por el montañismo y el esquí.
Hasta el último momento se mantuvo activa y se reunía por las tardes en una cafetería para charlar con su grupo de amigas que, como muchas otras personas que la conocieron, echarán de menos sus palabras y la placidez que su fe supo trasmitir en los demás.
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