Secciones
Servicios
Destacamos
Cuántas veredas detrás del ganado y cuántos temporales de viento, frío y nieve vivió en el puerto de Pineda. Así discurrió la vida de Lupicinio Martín, conocido cariñosamente como 'Lupi', vecino de Lomeña (Pesaguero), un pastor de los de siempre, a la antigua usanza que, ... a pesar de vivir en años difíciles, sacó adelante una familia de seis hijos junto a su inseparable esposa, Fidela, su fiel compañera ya fallecida.
Lupi había nacido en Perrozo (Cabezón de Liébana) en 1935, poco antes de iniciarse la guerra civil. Su infancia no fue fácil y cuando tenía 16 años comenzó a ganarse el sustento como pastor. Entre 1955 y 1963 ejerció su oficio los pueblos de Piasca, Lerones y Lomeña y, a partir de ese año y hasta 1997, pastoreó en los puertos de Pineda, cuidando 550 vacas de los ganaderos de Liébana, Polaciones, Puentenansa, Lamasón, Quijas, Celis y Cabrojo, principalmente. Se ocupaba también de un rebaño de su propiedad de 150 cabras y un centenar de ovejas.
En las muchas conversaciones que mantuvimos, me recordaba que en los primeros años de pastor cobraba 4.500 pesetas por temporada, comenzando a primeros de junio y finalizando su trabajo el 8 de septiembre y que los últimos años acababa la temporada más tarde, al finalizar el mes de octubre.
Su choza, en el paraje de Picorbillo, fue un lugar donde se disfrutaba de su hospitalidad, del saber popular, que le fue enseñando la vida y el contacto directo con esa naturaleza que tanto amó. Allí desgranaba anécdotas de su vida de pastor, contadas al pie de la lumbre, comiendo un exquisito plato de patatas con carne, mientras recordaba la presencia de los lobos o la primera vez que contempló un oso y los escalofríos que sintió al verlo tan cerca. Esos lugares solitarios pero de gran belleza por donde discurrió una parte importante de su vida y que seguro sienten su partida.
En su evocación de la vida de pastor, escribió unas frases dando a conocer ese territorio que recorrió. «No quedó sendero que este pastor no pisara; no quedó vereda que no bajara o subiera, ni tampoco quedaron fuentes frescas y buenas donde no me arrodillara o bebiera, como la fuente de La Caldera».
Lupi siempre tuvo una gran devoción a la Virgen de la Luz, y mientras tuvo fuerzas la acompañó en las procesiones y festejos en su honor. Seguro, que ahora le guiará por ese puerto eterno que le conducirá hasta ella.
A sus hijos, Rosi, Elías, Chanquel, Mari, Lines y Dani, sus nietos y demás familia, mi más sentido pésame.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.