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Cada 5 de enero, Luis Lazuén se transformaba para dar vida al rey Gaspar y, durante unas horas, ataviado con su barba, su peluca, su traje largo y su capa de terciopelo repartía sonrisas, saludos y palabras de buenos deseos entre los niños santanderinos que ... asistían al Festival de la Cabalgata que se celebraba en el Palacio de Festivales y seguían después el recorrido de los Reyes Magos de Oriente por la ciudad. Esa era una de las grandes ilusiones de Luis, que como cuenta su esposa, Paz, «era el típico santanderino».
Luis Lazuén nació en Santander y en la capital cántabra estudio en el colegio de los Salesianos y, más tarde, se formó como ingeniero técnico industrial. Después de un noviazgo largo, porque «éramos novios casi desde niños», Luis se casó con Paz, un matrimonio del que nacieron sus hijas Paz y Beatriz. Después de trabajar en una pequeña empresa, la mayor parte de su trayectoria profesional estuvo vinculada a las factorías de Equipos Nucleares y Degima.
Gran deportista, en su juventud, Luis jugó al balonmano, lo que le valió la obtención de una medalla de bronce en los Juegos del Cantábrico. Más adelante, en los años setenta y ochenta, el fútbol ocuparía buena parte de su tiempo de ocio, con los partidos que jugaba cada domingo con sus amigos en el Club Parayas. A partir de su jubilación, se dedicó en cuerpo y alma al golf. «Era un apasionado del golf; iba a jugar todos los días y aunque era socio del Mogro Club de Golf jugaba también en Nestares y en otros clubes», explica Paz.
Pero fue a la Cabalgata de Reyes de Santander a la que Luis dedicó buena parte de su tiempo libre y con la que disfrutó haciendo de rey Gaspar hasta que, hace una década, tras la muerte de su compañero Melchor, decidió dejarlo. «Luis y su hermano Julián, que desde muy jóvenes habían colaborado con los Hermanos de San Juan de Dios y con la Obra San Martín, junto con el hijo de Luis fueron quienes tomaron el relevo de los fundadores de la Cabalgata, Luis Pérez Elvira y Arturo Moreno». Han sido, recuerda Paz, cerca de cincuenta años organizando unos actos que tienen a los niños como protagonistas y en los que contaron con la colaboración de nombres destacados de la cultura regional como los pintores Fernando Calderón, Marnay y López Ayerdi.
Tras finalizar su etapa de 'rey mago', Luis cambio de tercio y se metió de llenó en la Asociación de Amigos del Museo de Artillería de La Cavada y, más tarde, en la creación de la fiesta del Cañonazo. Como recuerda ahora el presidente del colectivo, Ángel Cuadrado, fue socio desde sus inicios (2006), además de ser un «estrecho colaborador» de todo lo relacionado con el museo. Durante varios años fue la persona que encarnó al brigadier Fernando Casado de Torres en la fiesta de recreación histórica que se celebra en el mes de agosto para dar a conocer la importancia del pasado artillero de la localidad. Desde la asociación se ha lamentado una pérdida «importante para todos los socios que conforman el colectivo de divulgación histórica».
Polifacético en el sentido más amplio de la palabra, Luis «reconstruyó con sus propias manos la casa de La Cavada y en la finca plantó más de cien árboles», destaca su esposa.
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