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ANA GONZÁLEZ CORTÉS*
Martes, 20 de diciembre 2022, 01:00
El sábado por la noche recibía la terrible noticia del fallecimiento de Luis Hernández Luzuriaga (Andoain 1943-El Astillero 2022). El Jefe. Mi mentor, mi confidente, mi maestro y maestro de muchos de los que formamos parte de esta bella profesión, la cual amaba.
Fue ... uno de los fundadores de aquella Radio Popular de Santander, hoy COPE Cantabria, que allá en 1967 emitió el primer sonido en las ondas. Y después de eso vino todo lo demás, una vida dedicada a la radio. Pasó por todo el escalafón laboral hasta llegar a ser jefe de programas en 1982. Pero a Luis lo que le gustaba era el micrófono. Es imposible calcular las horas de directo que hizo: deportes, informativos y programas con su querida Lola Galván como «pareja artística», según le gustaba decir.
Y de ahí a la gestión. Fue nombrado director de Burgos, Zaragoza y vuelta a Santander hasta su jubilación en 2008. Era el Director (así, con mayúscula), magnífico profesional y mejor persona. Porque Luis vivía por y para la radio, pero había algo de lo que estaba tremendamente orgulloso: de su equipo. Afirmaba que es imposible brillar sin un grupo firmemente unido en busca del mismo objetivo.
«La antena es sagrada» era una de sus frases favoritas. Nos contagiaba así el enorme respeto que le merecían los oyentes, hacia los que se enfoca siempre la acción colectiva que hay tras un micrófono. Y es que la radio, esa antena, es una suma de la tarea de locutores, periodistas, técnicos, realizadores, comerciales, etc. Un paradigma, por tanto, de trabajo en equipo como él nos decía, y mi empeño es y será, seguir su labor.
Luis nos enseñó en qué consiste el valor de la ilusión, que contagiaba a todos los que estábamos a su lado, el rigor en la información, contar la noticia si, pero no a cualquier precio, la pluralidad y la profesionalidad. Y también nos enseñó el valor de la cercanía, pues era una persona con extraordinaria capacidad para entender al prójimo. Destacaba por su enorme capacidad profesional como por la humana.
Muchos aprendimos de él todo lo que sabemos. Yo, la primera. Por eso está presente en mi día a día. Cada vez que entro en el despacho que fue suyo, y me siento en su sillón que aún conservo, siento una enorme responsabilidad. Parece que estoy viéndole con aquella sonrisa que mostraba a los demás, aunque en ocasiones la procesión fuera por dentro, hablando de la importancia de tener mano izquierda, para «torear al natural como los buenos toreros» como me decía con ese gran sentido del humor que le caracterizaba.
Antes de hacerse periodista había empezado las carreras de Derecho y Químicas. Lector empedernido, tras su jubilación, formó parte, como barítono, de la Coral Salvé de Laredo, con la que llegó a actuar fuera de nuestra región. Su magnífica voz le impulsó a ser coralista bajo la batuta de José Luis Díaz Ocejo.
Para cuantos ahora trabajamos en COPE Cantabria y para quienes dejaron su huella en la emisora, Luis será eternamente el jefe y el mejor compañero. Mi más sentido pésame y cariño para toda su familia, en especial para Ana, su mujer, y sus queridos hijos Nacho y Jesús.
Descansa en paz, amigo. ¡Hasta siempre Jefe!
*Ana González Cortes, directora de COPE Cantabria
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