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Cuando en el siglo pasado nació Esperanza Otero Calvo, 'Coco', ya era conocida; no en vano era hija de Victorio Otero, ciclista profesional que junto ... a Jaume Janer fue el primer español en acabar el Tour de Francia en 1924. Una vez retirado, abrió una tienda de bicicletas en la calle José María de Pereda, y en su recuerdo la ciudad puso su nombre a una calle. Junto a sus hermanas, Herminia, Victorina, Emilia, Ginita y Carmina, vivió en la casa familiar hasta que contrajo matrimonio con otro torrelaveguense, Eusebio Ugarte Ballesteros, miembro de una conocida familia de carniceros de la ciudad. El matrimonio se instaló en un piso en el recién estrenado barrio La Inmobiliaria. Al tiempo comenzaron a trabajar en el despacho de carne que tuvieron, hasta su jubilación, en la entonces animada Plaza de Abastos, donde Coco y Sebio atendían a su numerosa clientela.
Como tantos otros torrelaveguenses, pusieron sus ojos en Suances, comprando una de las casas redondas en la subida al faro, unos originales chalets diseñados por el célebre arquitecto Ricardo Lorenzo. Eran aquellos veraneos que comenzaban en junio y no finalizaban hasta octubre. Fue en este bonito enclave, sobre la playa de La Concha, donde hicieron amistad con el matrimonio formado por José María Calle y Carmen Gómez, propietarios de calzados Covadonga, que habían adquirido la vivienda colindante, que ocupaban con sus hijos Reyes, Chema, Uco y Conchi.
Coco y Sebio no tuvieron hijos, así que cuando José María y Carmen tuvieron que ausentarse por largos periodos para acompañar a una de sus hijas con problemas de salud, ayudaron a sus amigos atendiendo a la más pequeña, Conchi, su ahijada, que se convirtió en una hija, y quien les ha cuidado hasta el último momento. Ya jubilados, Sebio falleció pronto y Coco, una mujer alegre, pero también de recio carácter, iba cada mañana a la zapatería de su ahijada, en la plaza Mayor, acompañándola hasta que se reunía con su amiga Marisa Escalante, con quien almorzaba a diario. Ya mayor, y con serios problemas de salud, fue cuidada en el Asilo de Torrelavega durante tres años, donde su ahijada la acompañó hasta su fallecimiento. Está enterrada en Suances, en el cementerio que aloja el recuerdo de tantos torrelaveguenses que amaron esta villa. Descanse en Paz.
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Ana del Castillo
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