El taniego que llevó la danza montañesa por todo el mundo

Rafael nació en 1951 en esta localidad en el seno de una familia imbricada en el folclore, por lo que, seguramente, una pandereta y las canciones populares de su madre, le mecieron en la cuna.

Quienes bien le conocieron desde su infancia, cuentan que era usual verle en cualquier lugar donde sonara el pito el tambor y las castañuelas, moviendo sus pies al ritmo de los sones montañeses. Esa vocación la atestiguó desde los nueve años de edad, que fue cuando empezó a aprender a bailar 'montañesas'. Desde entonces, hasta cuando la enfermedad le puso algo de freno, dedicó su vida al Grupo de Danzas Nuestra Señora de las Nieves -patrona de Tanos- llevando por todos los rincones de la región, de España y del mundo, una parte del ser y del sentir de los cántabros, desde las célebres manifestaciones sindicales del estadio Santiago Bernabeu, en los años sesenta, en la puerta de cualquier ermita en la que los picayos tuvieran que bailar al santo, o en la mismísima Quinta Avenida neoyorquina.

Fue, sin duda, e indiscutiblemente, el mejor jotero montañés y así lo atestiguan cuantos danzantes y aprendices han pasado por el grupo que dirigió sustituyendo a José Miguel Guerra, y que le otorgó su medalla de oro, un galardón que sumó a los numerosos premios que cosechó a lo largo de su vida.

Fue protagonista, además, de eventos como la grabación de la película 'Boda en la aldea', en el estreno de la obra costumbrista 'Estampa Montañesa', en la organización de la Muestra Internacional de Folclore 'Por las Tierras de Cantabria', así como en la participación en viajes a Estados Unidos, Cuba, Francia, Portugal e Italia.

Ya ahora, lo más importante: fue para sus familiares, vecinos y danzantes una persona amable, conciliadora, amigo de sus amigos, de buenos sentimientos y mejores obras.

Ahora, en la Casa del Padre, seguro que estará enseñando la Baila a todos los ángeles. Descanse en paz.