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Muchas veces no hablaba por no molestar», apunta alguien que lo conocía bien. Los bolos recibieron el pasado lunes otro duro golpe: el del fallecimiento ... de José Isidoro González Casuso, conocido como 'Joseón', histórico jugador de la Peña Casa Cholo de La Acebosa (San Vicente de la Barquera), fallecido en Navajeda cuando realizaba sus labores profesionales y como dicen sus amigos, «grande en todo». De 55 años de edad y natural de Muñorrodero e hijo de Ciucu (conocido ganadero y tirador de arrastres por parejas de bueyes) y de Rosi, el bolista comenzó a jugar en el equipo de su pueblo y posteriormente pasó por la de Cabanzón, aunque la mayor parte de su vida bolística transcurrió en la entidad que dirige Urbano Sánchez, un sentimiento que llevaba tatuado. Basta decir con que tenía el carnet de socio número uno y que era la única persona que habia recibido la insignia deoro de la entidad. Casado con Marga y con dos hijos, Manuel (también jugador de bolos), y Lucía, en su palmarés figuran tres ligas de Tercera, una de Segunda y el cariño inestimable del mundo bolístico, que pierde, demasiado joven, a uno de sus clásicos de las dos últimas décadas.
Criado en una comarca de gran tradición bolística, la afición le llegó por herencia familiar. Sus primeros pasos sobre el corro los dio en la peña de su localidad, con la que ganó la Liga de Tercera en 1983 compartiendo cuadrilla con José Ruiz, Ricardo Rodríguez, Aurelio Fernández padre, Aurelio Fernández hijo y Evaristo Vega. Sin embargo, la mayor parte de su trayectoria discurrió en La Acebosa junto a Bano, su 'hermano', donde fue jugador, colaborador, trabajador y alma mater de esa familia que es la Peña Casa Cholo. Ahora, compañeros de su padre como Pedro, Aurelio, Fonsín, Sito, Bano, Sotero, Mallavia o Javi Mier le acompañarán en sus partidas.
Discreto dentro y fuera de la bolera, todo el mundo apreciaba a una persona que hace apenas un mes colaboró activamente para que la primera edición del Torneo Tete Rodríguez saliera adelante. Que había que arreglar la bolera, allí estaba Joseón. Que había que colocar bolas, allí estaba Joseón. Siempre en segundo plano, pese a su altura, pero siempre dispuesto a colaborar. Así era una persona que deja un recuredo imborrable.
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