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A Fonso, responsable de Las Piscinas de Villacarriedo, se le amontonan las palabras y le sobran los adjetivos cuando habla de Fernando Vidal Ortiz, uno de los trabajadores de este conocido restaurante enclavado en uno de los parajes más sorprendentes de la región. Y no ... porque este empleado fuese un profesional como la 'copa de un pino', un camarero ejemplar con un trato exquisito con el cliente o un hombre sensible, amante de la música y la poesía. Las frases alborotadas y los abundantes calificativos se fusionan, mezclados con una enorme carga de emoción, porque Fernando era algo más que todo eso. Fue su amigo.
Con tan solo 56 años, Fernando Vidal Ortiz falleció después de luchar con todas sus fuerzas contra un cáncer. Una ida demasiado prematura para una persona muy activa y con muchas tareas aún por desarrollar.
Ildefonso Fernández, Fonso, conocía desde hace muchos años al que hasta ahora fue camarero de su negocio. Había nacido en Aloños, una localidad del municipio de Villacarriedo con una población de unos 136 habitantes. Su familia no tenía vinculación alguna con el gremio de la hostelería, al que Fernando accedió de joven para formar una sociedad que regentó algunos pubs en Selaya. Después trabajó durante una buena temporada en el Bar Avenida de Sarón.
Tras esa primera incursión en el mundo de la hostelería, cambió de hábitos para formar parte de la plantilla de la papelera Sniace. Y de allí, vuelta a empezar en la que fue su gran vocación, el servicio a los clientes, esta vez ya, y hasta su fallecimiento, detrás de la barra de Las Piscinas.
Fonso, su amigo, le describe como una persona «muy sensible», al que le gustaba «mucho la música» y también «la lectura y la poesía».
Profesionalmente era un fiel defensor de «las cosas bien hechas», siempre detrás de la barra del conocido establecimiento, con un «excelente trato con los clientes».
«Me parece mentira –dice Ildefonso Fernández– que se haya ido tan pronto. Era muy joven». Fueron muchos años a su lado, tanto dentro del negocio con los muchos momentos de ocio que compartieron, como lo que eran, muy buenos amigos.
El funeral y posterior entierro de Fernando tuvieron lugar el sábado en la iglesia y el cementerio de su lugar de nacimiento, Aloños, con muchos de sus amigos y familiares –cuatro hermanos, tres cuñadas y cinco sobrinos– y sus compañeros que en Facebook han dejado un bonito recuerdo de este hombre amante de la música y la poesía.
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