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BORJA CAVIA PERIODISTA
Jueves, 8 de diciembre 2022, 01:00
Hay personas que tienen un don natural para hacerse querer. Sin alardes, siempre desde un segundo plano, pero siempre apreciados por todo su entorno. Ese ... era el caso de Pedro José Lucio Incera (Colindres, 1959), directivo de la Sociedad Bolística de Laredo y un luchador incansable en todas las actividades que se organizaban en la villa pejina.
Aunque residía en Colindres, la vida de Pedro giraba en torno a la Villa Pejina y, sobre todo, en torno al corro de bolos ubicado en la calle Pelegrín. La afición a la madera le llegó a través de su padre, vinculado al mundo de la construcción, y que fue uno de los sostenes de la creación de la peña laredana, amén de colaborar en la construcción del recinto de juego. Jugador aficionado, Lucio siguió los pasos de su padre a nivel profesional y a nivel de afición, enrolándose en la SB Laredo en el año 1994. Desde entonces ha sido una pieza fundamental de una entidad que hace poco más de un año perdió a otro de sus directivos, Arturo Lanza, y en la que los dirigentes son como una gran familia, ya que acumulan muchos años en el club.
A Pedro nunca le faltó una mano para ayudar. Era habitual verle detrás de la barra durante los partidos del equipo o durante el Villa de Laredo y, debido a su profesión, fue uno de los puntos fuertes a la hora de realizar cualquier obra para la entidad. Tras seguir la estela de su padre, su vinculación con los bolos creció cuando su hijo, Adrián, dio sus primeros pasos en la escuela de bolos junto a una generación completada por Álvaro Solana o Manolín Domínguez, la tercera surgida de la cantera del centro. Su carrera bolística sigue ligada a la peña, militando en la plantilla de Primera categoría en la última temporada. Además tenía otra hija, Aroa.
Aparte de los bolos la otra gran pasión de Lucio era Laredo. Muy enraizado en la localidad, era integrante de la peña Tío Simón y carrocista en la Batalla de Flores, el santo y seña de los pejinos. Amaba al pueblo por encima de todo y no fallaba en cuanta actividad festiva le permitía juntarse con sus compañeros de la peña o de la agrupación carrocera.
Un hombre bueno, querido y trabajador. De los que siempre dejan huella. De los que nunca se olvidan.
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