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Los jueces de Paz de Cantabria han lamentado «profundamente» el fallecimiento de un compañero y amigo, «conocido y prestigioso», juez de paz de Udías y directivo de Ajucan (Asociación de Jueces de Paz de Cantabria), José Manuel Fernández Sampedro.
Tenía 72 años de edad y buena parte de su vida la había dedicado a facilitar el día a día a los demás, durante muchos años como juez de paz «en primera línea», como aseguraban siempre en sus muchos encuentros los componentes de la dirección de los jueces de paz de la región. En una de esas reuniones recordaban sus palabras: «es bueno que seamos parte de la solución, no de los problemas, que ya hay bastantes».
«Su muerte ha provocado en su familia, amigos y compañeros, y en general, en cuantos integramos y colaboramos con la Administración de Justicia en Cantabria, un gran sentimiento de pena, de pérdida de una persona muy querida y apreciada por todos aquellos que tuvimos la suerte de tratarle y gozar de su amistad y compañerismo», decía estos días uno de sus compañeros de fatigas, Francisco Javier López Marcano, juez de paz de Los Corrales de Buelna, secretario de Ajucan y uno de los decanos de esa primera fila de la justicia cántabra.
López Marcano fue el encargado de recordar la vocación de José Manuel Fernández Sampedro por la justicia más cercana y su afán por llegar siempre a la solución más favorable para todas las partes, «en una búsqueda constante de hacer de las decisiones un bien, una solución, y no una preocupación o un quebranto».
José Manuel Fernández fue, según sus compañeros en la Administración de justicia, «una persona buena, inteligente y generosa», que entregaba su tiempo y prestaba sus servicios como juez de paz de Udías, «donde tuvo que resolver sobre numerosos asuntos del Registro Civil y delitos de faltas». A lo largo de sus muchos años en esta tarea, «siempre fue especialmente cuidadoso en el cumplimiento escrupuloso del código de usos y costumbres profesionales, dignificando así su cargo, al que tan felizmente entregó su tiempo y conocimientos en innumerables ocasiones».
Y es que, como decía López Marcano, «tenía mano para encontrar un punto de acuerdo, un motivo para acercar posturas en asuntos complicados».
Su apego a la familia, amigos y profesión, «así como las sobresalientes virtudes que atesoraba», hicieron que José Manuel «gozase del general aprecio y consideración, especialmente el de todos los compañeros del ámbito de la Justicia».
«Con estas escuetas líneas no hacemos sino reconocer su labor y lamentar su pérdida, además de reiterar nuestras más sinceras condolencias a su muy apreciada familia y allegados, al tiempo que deseamos que nuestro muy querido amigo y compañero descanse en paz».
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