El último de toda una generación de canteros de los valles pasiegos

Con una memoria prodigiosa, Pin siempre recordaba en vida como ya, a la temprana edad de seis años, vivió el paso de la guerra civil en el valle cuando las tropas de soldados italianos se dirigían a Santander. El viejo cantero conservaba muchos recuerdos muy vivos de esos años, entre ellos la explosión y el derribo de un avión ruso cerca de donde él estaba, así como el ruido de los combates y también el horror de ver a los soldados muertos.

Entre sus muchos recuerdos vitales, esta cuando haciendo el servicio militar, en el aeropuerto de Sondika, recibió la felicitación de Franco por haber recuperado el sombrero del obispo que le acompañaba y que había llevado el fuerte viento reinante aquel día.

Comenzó a aprender el oficio de cantero con tan solo 16 años, en 1947, sacando la piedra de la casa rota para el garaje del Macho; construyó y reparó gran cantidad de casas y cabañas por todas las villas pasiegas a lo largo de toda su vida profesional. Trabajó para Vidal Patria y Amadeo Terán y tuvo como compañeros a grandes canteros de su zona entre los que siempre recordaba en vida a Chiripa, Andrés, Vidal, Julipis, Pacho y su primo Toño. Los últimos años de su vida los dedico a la ganadería.

Los que conocieron a Pin, lo recuerdan ahora como un «gran conversador» y un hombre muy aficionado a las tertulias. De hecho, sus amigos no le olvidan contando siempre multitud de anécdotas de su juventud y de los hechos más significativos de la comarca que le tocó vivir.