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La sonrisa de Laura son muchas cosas. Una película, un libro, una canción... y un truco de magia que hacía cada día la Vega de Pas ... para amanecer más soleada, para atardecer más hermosa y para oscurecer más estrellada. Que hacía y seguirá haciendo en tanto uno solo de sus habitantes invoque el espíritu de Laura Sainz Oria, Laurita, la niña que hace una década dio un motivo a los pasiegos para sentirse protagonistas del más bello gesto de solidaridad vecinal que se recuerda en ese lugar y sus alrededores y que hace unos días se levantó de su silla y echó a correr hacia el Cielo.
Hija de Ramón y de Rosario, y hermana mayor de 'su' José, Laura, Laurita, vio la luz con una parálisis cerebral severa, una cruel enfermedad agravada con un problema estomacal que le obligaba a alimentarse mediante una sonda gástrica y con un desplazamiento de cadera que le dificultaba la movilidad, padecimientos, estos, que comprometían su confort y por los que requería de una silla de ruedas adaptada a tan delicadas circunstancias que sus padres no podían comprar. No tenían con qué.
Laura, Laurita, tuvo que vivir en esas penosas condiciones sus primeros once años. La mitad de su vida, al final. Y a la vista dañada de sus vecinos, que en todo ese tiempo colaboraron cuanto pudieron con el bienestar de la muchacha y el del resto de la familia. Un euro por aquí, otro por allá, una bolsa de comida...
Y así un año, y otro, y otro, hasta que, transcurridos once, un buen día, un espléndido día, el 'Día de Laura', de Laurita, los pasiegos decidieron que había llegado el momento de hacer algo más por la chiquilla. Pero algo inolvidable.
Por eso hoy, en la hora de su adiós, toda la Vega recuerda, como si hubiera sido ayer mismo, aquella jornada solidaria en la que cientos de personas soltaron de sus bolsillos el dinero suficiente para poder costear la silla de ruedas que tanto necesitaba la niña.
Aquel gesto solidario, grandioso, que tuvieron los pasiegos para con uno de los suyos, ayudó decisivamente a corregir la calidad de vida de su vecina favorita, Laura, Laurita, que, a cambio de ese esfuerzo, se comprometió con su pueblo a continuar iluminando los valles pasiegos con su bella sonrisa hasta el final.
El viernes, a Vega de Pas no le salió bien su truco de magia. Pero en cuanto la recuerde, la sonrisa de Laura, de Laurita, devolverá al pueblo sus amaneceres soleados, sus atardeceres hermosos y sus oscureceres estrellados.
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