Un veterano del aire que vivió por difundir la historia de la aviación

Por su dedicación y defensa del Ejército del Aire (donde fue especialista hasta 1963) fue condecorado por el Rey Juan Carlos con la Cruz al Mérito Aeronáutico, en 2008. Esta pasión por la aviación la compaginó con su profesión al frente de una gestoría administrativa de la calle Santa Lucía, de Santander.

Fundó la Asociación de Veteranos del Ejército del Aire en 1989 y desde entonces se volcó para dar a conocer las gestas aeronáuticas de Cantabria, a sus héroes pioneros de la aviación, así como la historia del Ejército del Aire. Para ello no dudó en tener relaciones estrechas con otras asociaciones, como la Asociación Plaza Porticada, cuya presidenta, Elena García Botín, ejerció como madrina de los veteranos. García Botín le recuerda como «alguien sumamente amable y sé que era una persona muy querida por su forma de ser».

También mantuvo una vínculo muy cercano con las Asociación Amigos de Parayas, con cuyos miembros organizó numerosas actividades sociales y culturales, en Cantabria y otros lugares de España.

Además, se encargó de multitud de exhibiciones aéreas, cursos en la UIMP y de levantar monumentos, todo ello con el objetivo de mantener vivo el interés por el Ejército del Aire. Un buen amigo suyo y miembro de la asociación de veteranos, Juan Luis Alonso, recordó su colaboración y entusiasmo para conseguir la instalación de los aviones de hélice de entrenamiento (T6-'Texan' y T33) de los años 30, en el exterior del aeropuerto de Seve Balleteros.

Desde la Asociación Amigos de Parayas dicen de él que «era de esas personas que no costaba nada querer, pues él siempre era cercano, jovial y cariñoso y a todos trataba como sus amigos. Enseguida compartía sus ideales y proyectos o llamaba a un general amigo para que nos ayudara en conseguirlos de forma natural y simpática, a la par que audaz. Era un conseguidor de sueños, como todo ser genial y único».