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El valle del Nansa y, de manera especial varias generaciones de vecinos de la segunda mitad del pasado siglo, han llorado la muerte de Gloria Cubas Trueba, que falleció en Santander a los 96 años y recibió sepultura en Cosío (Rionansa), muy cerca de la ... pequeña escuela en la que transmitió su pasión por la enseñanza a los niños y niñas durante más de tres décadas.
Doña Gloria, como la llamaban como muestra de respeto y admiración, fue la maestra del pequeño pueblo de Rozadío desde 1951 hasta la construcción de la concentración escolar de Puentenansa, de la que también fue directora.
Natural de Arredondo, era la mayor de cinco hermanos. Con gran sacrificio por parte de sus padres, estudió en Santander, primero el Bachillerato en las Mercedarias y después Magisterio, carrera que terminaría de forma brillante. Su primer destino fue el pueblo de Rozadío, en pleno corazón del valle del Nansa, a donde llegó sin conocer a nadie, en unas condiciones muy duras, pero en donde fue acogida con cariño por unos vecinos que, desde el primer momento, apreciaron su gran dedicación, lo que la llevó a sobreponerse y superar las muchas carencias que existían para ejercer la docencia en aquella época.
En aquella escuela transmitió a los niños y a sus familias la importancia de la formación para su futuro, logrando que muchos de ellos realizasen estudios universitarios, algo poco habitual en ese momento. En Rozadío conoció a su esposo, Víctor, trabajador de Saltos del Nansa, con el que compartió su otra gran pasión, la familia, a la que también se dedicó en cuerpo y alma y protegió, especialmente a sus sobrinos, que se quedaron huérfanos de niños.
Tras la jubilación de su marido, el matrimonio se trasladó a Santander donde Gloria trabajó los últimos años en el colegio Gerardo Diego, un centro del que también fue directora y en el que se ganó el reconocimiento y el cariño de sus compañeros y alumnos.
Tras su jubilación descubrió otra gran afición, la pintura, en la que lograría una destacada técnica que plasmó en más de un centenar de lienzos, numerosos retratos de su familia y paisajes de la bahía de Santander o del Sardinero, que expuso con éxito en el Centro Cultural Doctor Madrazo.
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