![Una vida dedicada a trabajar y cuidar a los que tuvo alrededor](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2025/02/08/102168854-keeG--1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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El pueblo de Los Corrales de Buelna se ha quedado sin su quiosquera de siempre, Adela Fernández Ojugas, la mujer que lideró durante años el duro trabajo de abrir antes de la salida del sol para que nadie se quedara sin su periódico. Más de 20 años al frente de un quiosco especialmente querido en Los Corrales, como su familia, y siempre contando con el apoyo de su marido, Eduardo Cosío, y sus cuatro hijos, María José, Begoña, Eduardo y Pablo.
Nació en Belmonte, en Polaciones, en 1934, única hija de cuatro hermanos, con lo que desde bien pequeña apenas tuvo tiempo para jugar. Si hay heroínas, lo son como ella. Madre, trabajadora, cuidadora, profesora, modista, peluquera, practicante, consejera, «mujer inquieta, aprendiendo y emprendiendo, siempre generando», como dicen sus hijos.
Con Eduardo Cosío tuvo cuatro hijos en poco más de cuatro años, y con ellos continuó su tarea de cuidadora, «siempre pendiente de sus familiares, hasta sus últimos días». Un tiempo, aquel, en el que ejerció de profesora de las primeras letras y números con sus hijos y, más tarde, con unos nietos que la pusieron título, el de 'Pitita', seguramente el que más le gustaba.
Porque antes tuvo otros. 'Adela la Telefonista', de su época enlazando llamadas en la centralita de Lombraña, también en Polaciones, donde trabajó (incluido el cuidado de algunos animales domésticos) hasta que se fue a vivir a Los Corrales de Buelna, allá por los años 80, el pueblo en el que su marido acudía cada día a la empresa Trefilerías Quijano.
O 'Adela la del Quiosco', repartiendo noticiarios, dando consejos, escuchando cuitas, entregando su tiempo y su experiencia a quien la pedía o la necesitaba. Sin reservas. Tanto es así, que una de las muchas clientas 'de toda la vida' confesó tras su fallecimiento, emocionada, el cariño que de Adela recibió «y que tanto necesitaba».
Adela dirigió el último traslado del histórico quiosco, desde la Estación a la céntrica plaza de Amnistía Internacional, lugar que ocupa desde que en 2004 las obras en las proximidades de las vías del tren forzaron su desplazamiento. En aquella situación privilegiada, ella fue testigo principal de una calle que cada día recorrían miles de personas con destino a la fábrica de José María Quijano. Era la vía más transitada de Los Corrales. Adela cogió el quiosco allí, en la Estación, y lo dejó donde hoy está, en la Avenida Cantabria, la travesía que vertebra el municipio. Un observador privilegiado, siempre en el centro neurálgico de la sociedad corraliega.
Pero la vida de Adela no terminó cuando dejó en manos de sus hijos el Quiosco. Siguió, con lo que mejor supo hacer toda su vida, cuidar de su familia, de sus nietos, de sus hermanos, mientras su salud se lo permitió. Sus hijos lo tienen claro; «se fue en paz, rodeada de sus hijos, nietos y bisnieto, recordando momentos felices a lo largo de sus vidas. Descansa en Paz, Pitita, te lo mereces».
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Ana del Castillo
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