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"Se me cae el alma a los pies, esto antes era un vergel"

"Se me cae el alma a los pies, esto antes era un vergel"

Guardas forestales de Cabuérniga reclaman una ordenación del monte cántabro que permita erradicar la cultura del fuego

Álvaro San Miguel

Domingo, 24 de enero 2016, 08:15

Un puñado de robles escuálidos se aferran a la vida en un pedregal, donde el fuego no puede tocarlos. Son los últimos árboles autóctonos que quedan en el monte Correpoco, en el corazón de Cabuérniga. Más allá de ese bosquete de robles que sobrevive entre ... las piedras solo quedan los restos de una antigua repoblación de pinos. El pinar ocupó en su día toda la superficie del monte, desde el pueblo de Correpoco hasta Serradores, pero ya solo quedan algunos árboles en las zonas más húmedas del monte, como la canal que comunica con Serradores. El viejo bosque tiene los días contados, lamentan algunos de los guardas forestales de la comarca. «Este monte arde todos los años y seguirá ardiendo mientras no cambien las cosas», afirma el Técnico Auxiliar del Medio Natural Fernando Moreno mientras pasea la vista por la ladera de solana, pelada y llena de parches pardos y negros: las huellas de los incendios. Para Fernando y el resto de guardas, las pendientes de estos montes son libros abiertos. Libros que hablan de la antigua cultura del fuego.

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