El Patronato del Museo de Altamira se reúne de nuevo un año después

A finales del pasado año ya el consejero de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno cántabro, Ramón Ruiz, ya se refirió a la necesidad de convocar al Patronato al que corresponde una cita por semestre, con el objetivo de «valorar los avances en los estudios científicos para la conservación de las pinturas rupestres y concretar las próximas actuaciones para poner en valor un patrimonio cultural reconocido mundialmente». El Patronato de Altamira lo constituyen el Ministerio de Cultura, el Gobierno de Cantabria, el Ayuntamiento de Santillana, la Fundación Botín y el Centro Superior de Investigaciones Científicas, así como la UIMP y la Universidad de Cantabria.

Visitas controladas

En la última reunión se apostó por las visitas controladas y abrir la puerta a una futura ampliación. El Patronato aprobó la continuidad del acceso experimental tras concluirse que la incidencia de la presencia humana en la cavidad resulta «imperceptible». Además se aprobó la incorporación de dos nuevos vocales al Patronato: el presidente de la Fundación Botín, Javier Botín, y la máxima responsable del Banco Santander, Ana Botín, que se convierte en la nueva vicepresidenta del organismo de Altamira, tras asumir el cargo que ocupaba su padre.

Pero este 2016 comenzó con otro debate. «Altamira es un recurso turístico de primera magnitud, pero mientras no sepamos aprovecharlo de una forma inteligente, no vamos a ningún sitio». Con estas declaraciones del consejero de Innovación, Industria, Turismo y Comercio, Francisco Martín, realizadas a este periódico, surgió el pasado mes de enero la nueva polémica en torno a la política de acceso a la cueva original. Su idea, después matizada y rechazada en sucesivas contestaciones de gestores de su propio gobierno y desde el ministerio, radicaba en proponer en el Patronato un sistema de subasta de «unas pocas entradas», adicionales a las del sorteo semanal entre los visitantes del museo y de la réplica de la cavidad, para atraer a «personas que están dispuestas a pagar muchísimo dinero por entrar a la cueva original».

Conservar el patrimonio

Las pinturas rupestres de Altamira fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1985. Por recomendación de los científicos, la cueva permaneció totalmente cerrada al público durante doce años, con el objetivo de preservar ese patrimonio. El 27 de febrero de 2014 comenzaron las visitas experimentales, limitadas a un grupo de cinco personas por semana, seleccionadas por sorteo entre los visitantes del Museo de Altamira. En estos casi dos años transcurridos desde la reapertura de la cueva original, la han visitado más de 450 personas. El secretario de Estado José María Lassalle aseguró en enero que en la mesa del Patronato explicaría cómo están las cosas y se declaró abierto «a estudiar todas las iniciativas que ayuden a difundir una de las grandes joyas de nuestra cultura». El pasado verano el propio Lassalle aseguraba que el cierre total de la cueva «no garantizaría su preservación» y apostó por que las visitas experimentales continuaran de forma indefinida.