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Ana del Castillo
Martes, 17 de mayo 2016, 07:09
Bien grande, con mayúsculas y en negro. Así escribió el cántabro Lucas Cabo la palabra 'Potes' en la bandera de España hace seis años para que sus abuelos, que estarían siguiendo la gala desde Liébana, le viesen. "Lo pinté porque querían localizarme, así que les ... dije que buscaran Potes", explica Cabo a punto de coger el avión de regreso a Santander, después de ver en primera fila, "de pie, como el resto de fans", la gala de Eurovisión celebrada en Suecia.
El sábado, mientras la representante española, Barei, movía sus pies al ritmo de 'Say Yay', la atención de muchos espectadores se paraba en una bandera española: la de Cabo. "Potes en Eurovisión otra vez. Gracias Cabo", escribían sus amigos en las redes sociales. "¡Todos los años consigue ponerse en los planos centrales!", decía otro. Hasta el alcalde de Potes, Francisco Javier Gómez, compartió la imagen en Facebook.
Y no es la primera vez. Este joven, orgulloso de su tierra, ha llevado un pedazo de Cantabria a cada gala de Eurovisión desde 2010. ¿Por qué? Porque es muy fan del festival. No hay mucho más que añadir. Le gusta la música, el ambiente y es un ferviente seguidor del festival. Tanto que viaja diez días antes para asistir a ensayos, semifinales y fiestas, claro. "Durante 20 días la ciudad anfitriona se vuelca con el evento. Turísticamente es todo un negocio. Tenemos una megadiscoteca (Euroclub) donde hacen fiestas todos los días y entran cientos de fans", explica Cabo, de 38 años y autónomo. Así que no supone para él un trastorno tener que pedir días libres en el trabajo para acompañar a los cantantes que representan a España en el festival.
"De los artistas que he podido ver en directo me quedo con Pastora Soler y de todas las candidaturas españolas, la de 1990 de Azúcar Moreno", cuenta el cántabro. ¿Recuerdan aquella actuación? Las hermanas salazar, Encarna con 29 años y Toñi con 27, tuvieron que salir dos veces a escena por el fallo técnico más recordado en la historia de Eurovisión. Quedaron en un quinto puesto, con 96 puntos.
Una de las actuaciones españolas más polémicas en Eurovisión fue la de Rodolfo Chikilicuatre en 2008, que subió al escenario de Belgrado para hacer el 'breikindance' y el 'crusaíto' y se quedó tan ancho. A pesar de las críticas acabó en la décimo sexta posición, mucho mejor que la propia Barei (22), Edurne (21), El Sueño de Morfeo o Soraya (penúltimas plazas). "Me pareció una apuesta arriesgada, pero Eurovision es también un show y estas actuaciones tienen su sitio. De hecho, a día de hoy es una de las canciones más recordadas por los eurofans del resto de Europa", cuenta Cabo.
Y las votaciones, ¿cómo se viven 'in situ'? "Son justas generalmente con la calidad de cada actuación. España queda como queda porque lleva lo que lleva y aunque una canción aquí, en nuestro país, guste y se diga que vamos a ganar, en el concurso los temas y la puesta en escena se comparan", explica Cabo. Para él, España "no es capaz" de llevar una candidatura completa.
Cabo apostaría por contratar a un "buen" productor, "como Emilio Estefan" y dejar que un artista novel sea quien defienda el tema, "dejando la escenografía, realización y producción al mismo. Gente más profesional que lo gestione".
Unas sí, otras no
Mientras la bandera de Cabo lucía en todas las televisiones, tres vascos que viajaron a Estocolmo con la intención de vivir al máximo el festival de Eurovisión tuvieron problemas con miembros de la seguridad por llevar una ikurriña.
«Les dijimos que la lista de banderas prohibidas que llevaban no estaba actualizada, pero no nos hacían caso», explica uno de los jóvenes a El Correo.
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