Inversión y acumulación de capital en Cantabria
Las limitaciones de capital han aumentado, lo que hace difícil converger con España y Europa
José Villaverde Castro
Domingo, 26 de febrero 2017, 07:54
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José Villaverde Castro
Domingo, 26 de febrero 2017, 07:54
El Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) es una de esas instituciones por las que siento una envidia sana. Creado en 1990 por la Generalitat ... Valenciana, y apoyado por varias instituciones privadas, ha llegado a convertirse en un referente para todos los investigadores españoles en materia de economía regional. Recientemente ha puesto al día su famosa base de datos sobre acumulación de capital en España y sus regiones, motivo por el cual le traigo aquí a colación. Qué pena que, salvando las distancias, no contemos nosotros con un organismo de investigación económica similar.
Pero, como no estamos para llorar, aprovechemos lo que hace el IVIE para intentar conocernos un poco mejor; la actualización arriba mencionada nos permite hacerlo. Tal y como es de sobra conocido, la acumulación de capital es uno de los principales determinantes de la capacidad productiva de una economía y, por lo tanto, de su nivel de desarrollo. Para acumular capital hace falta invertir, de ahí la enorme importancia de la inversión, tanto en términos cuantitativos como cualitativos (en qué se invierte).
En lo que llevamos de siglo, la inversión en España ha tenido un comportamiento procíclico: creció fuertemente durante los años de expansión económica (alcanzado su pico en 2007) y descendió después de forma abrupta (el esfuerzo inversor expresado como porcentaje del PIB se redujo en más de diez puntos), para iniciar una ligera recuperación en el último bienio. Por componentes, el principal responsable de la caída de la inversión en los años de crisis ha sido la vivienda, seguida de otras construcciones. A tenor de esta evolución, el stock de capital también registró una trayectoria procíclica, si bien es cierto que el descenso producido a partir de 2007/8 ha sido, como es lógico, mucho menos pronunciado. En contra de lo que algunas veces se da a entender, la caída mencionada fue ocasionada, sobre todo, por el comportamiento del sector privado, aunque la debida al sector público también fue notable, sobre todo en los años más duros de la crisis.
Y Cantabria ¿qué?¿Cómo están y cómo han evolucionado los indicadores de inversión y acumulación de capital en la región? Pues, grosso modo, lo mismo que en España aunque un poquito peor; esto es, lo mismo que ha sucedido con el conjunto de la economía.
En materia de esfuerzo inversor, dos son los rasgos que hay que destacar. El primero de ellos es que este ha sido en todo momento, tanto en los años del siglo pasado para los que contamos con información homogénea (desde 1964) como en los del actual (el último dato llega a 2013), superior al realizado en el conjunto del país. El segundo, mucho más problemático, es que si bien entre 1964 y 2000 fuimos la cuarta comunidad autónoma con mayor esfuerzo inversor, entre 2000 y 2013 hemos sido la décimo tercera. Si lo queremos expresar en términos provinciales, que quizás sean más ilustrativos, hemos pasado de la posición 14 a la 29.
En relación con el capital no residencial, que es el más directamente involucrado en los procesos productivos, la evolución registrada es aún más negativa. En el siglo pasado ocupábamos, tanto a nivel regional como provincial, las mismas posiciones que en materia de inversión total, pero ya en el actual habíamos descendido hasta la décimo séptima en el ranking regional y la cuadragésima en el provincial; en ambos casos el deterioro relativo experimentado nos ha situado por debajo de la media española.
Pese a todo, las cosas no pintan, aparentemente, tan mal en relación con el capital. Expresado en términos netos y por habitante, seguimos manteniendo en lo que va de siglo una posición ligeramente mejor que la media, tal y como ocurrió en el siglo pasado. Esto, sin embargo, no debiera ser motivo de regocijo, pues en buena medida viene explicado por las dificultades orográficas de la región, que hacen que, por ejemplo, construir un kilómetro de vía férrea o de carretera sea más costoso que en otras comunidades. La dotación de capital por habitante es, en consecuencia, más elevada, lo que no quiere decir, como acabamos de indicar, que sea mejor. Pero es que, además, sucede que nuestra relación capital/producto es superior a la del conjunto del país, lo cual es indicativo de que la productividad del capital es menor. Esto, tal y como se desprende de los datos del IVIE, puede deberse a que «la estructura del capital se encuentra menos orientada a los activos vinculados a las actividades productivas».
En definitiva, que seguimos teniendo algunas limitaciones importantes en materia de capital y que, si algo, estas no han hecho más que aumentar en lo que va de siglo. Así será difícil converger con España y Europa.
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Ana del Castillo
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