Onda de choque
Sería muy engañoso que el Gobierno central se comprometiera a cubrir con recursos nacionales los ingresos que la onda de choque catalana sustrajera de las otras regiones
Juan Luis Fernández
Lunes, 27 de febrero 2017, 08:07
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Juan Luis Fernández
Lunes, 27 de febrero 2017, 08:07
Sea cual sea el desenlace del desafío nacionalista catalán al resto de España (acomodo financiero, independencia), en todo caso supondrá una merma de su contribución ... actual a los flujos comunes, con los que se financian otras autonomías o se hace solidaridad territorial desde el presupuesto del Estado. Una medida tan sencilla como aumentar las inversiones estatales en aquella comunidad (incluso cuando está objetivamente justificado) supone, en las restrictivas circunstancias actuales, un recorte de inversión en otros lugares, como Cantabria.
En materia de financiación autonómica, sería muy engañoso que el Gobierno central se comprometiera a cubrir con recursos nacionales los ingresos que la onda de choque catalana sustrajera de las otras regiones. Pues, una vez vestido este santo, se desvestiría otro: la capacidad inversora del propio Estado en ferrocarriles, autovías, I+D+i.
Con otra derivada: la Administración Trump exige a los aliados de la OTAN que destinemos un 2% del PIB a temas militares. Rusia está gastando anualmente en el ejército el 5,4% de su PIB, mientras que Alemania o España solo dedican un 1,2%, y Estados Unidos un 3,3%. Como el volumen de la economía española rebasa ligeramente el billón de euros, el aumento del gasto militar detraerá de otros fines unos 8.000 millones (como tres Cantabrias presupuestarias). Entre Puigdemont y Puigdetrump, el roto puede ser no remendable.
La onda de choque se va a producir, sea en la versión soft o en la hard. Conviene ir pensando en cómo afrontarlo. Algún lunes he comentado que nuestro principal plan de desarrollo regional podrían ser los vecinos: vascos, castellanos, asturianos. Una mayor integración podría producir sinergias claras.
Hay una gran dificultad en el caso vasco: su singularidad foral hace difícil la articulación jurídica de la cooperación; su suspicacia nacionalista la haría con frecuencia imposible. Por tanto, hay que explorar todo camino posible, pero sin esperanzas desmedidas. De buen grado nos emplean de basureros, pero ya veríamos en una situación inversa. Los planes de Fomento apuntan a una mayor integración económica con Castilla: ferrocarril moderno con la Meseta, autovía Aguilar-Burgos, más capacidad del Puerto de Santander.
Sin embargo, quizá no sea suficiente para absorber la onda de choque. La verdadera integración es una sanidad común (salvación de Valdecilla), una educación común (la castellana es la mejor de España según PISA), etcétera. Pero eso no es factible desde el lado cántabro, porque los 35 años de autonomía han generado la cultura política de la diferencia. Solo desde una onda de choque catastrófica (la independencia catalana) sería políticamente viable aquello que económicamente es aconsejable.
Con Asturias la coordinación es tan complicada como con Vasconia. En primer lugar, el 10% de su PIB actual proviene de la solidaridad del resto de España, así que es otro pollo con el que competimos en el mismo nido por los saltamontes que mamá pájaro trae en el pico. Y es un pollo el doble de gordo.
Conectar el triángulo Santander-Solares-Torrelavega con el Oviedo-Gijón-Avilés no resulta imposible, pero además Asturias tiene en marcha un proyecto ferroviario hacia León, que ya ha costado más dinero que los 800 años de Reconquista. Mira más al sur que al este.
¿Dará tiempo a estudiarlo todo antes de que se precipiten los acontecimientos?
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