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Una concejala de Santander sugiere que la costumbre del aperitivo y las copas de los padres podría influir en el afecto que los adolescentes profesan al botellón

Olga Agüero

Viernes, 3 de marzo 2017, 07:56

Las autoridades sanitarias piden a las familias cántabras que controlen más a sus hijos ante el aumento de intoxicaciones etílicas. Una concejala de Santander sugiere ... que la costumbre del aperitivo y las copas de los padres podría influir en el afecto que los adolescentes profesan al botellón. Pero, en esta ciudad, que los adultos beban alcohol en la calle delante de los menores no se puede considerar una contradicción, sino un modelo productivo. Así lo defenderá, con jubiloso ardor, un ejército de utilitaristas éticos como alguien pretenda predicar con ese ejemplo. Más cuando las expectativas industriales se han rebajado tanto como para aclamar, con desconcertante alborozo, la instalación de otra hamburguesería en La Albericia. Alejar a los jóvenes del botellón ofreciéndoles empleos de camareros, tampoco es predicar con el ejemplo. Ni pretender protegerles del vermú mientras se les exhibe como artillería electoral en la confrontación primaria en ambas acepcionesdel PP. Una candidata ya ha cumplido la superstición de besar niños en las fotos. Quizá sus padres, confundidos por el espectáculo de lanzamiento de cuchillos, creyeron haber sacado entrada para otro circo. Al fin y al cabo, en otra extravagante coincidencia vital, piratas informáticos rusos atacaron la web municipal de Cayón después de que su alcalde se retratase con Ignacio Diego. Retumba tanto esta cruzada que hasta Putin parece querer tomar partido. El ataque de la alianza entre Buruaga y el ministro amenaza con sacudir el mapa de poder político en Cantabria, por la repercusión de sus propósitos de pacto. Por ahora ya ha dinamitado la reputada fortaleza de su propio partido, donde el poder se tomaba sosegadamente por herencia y no por asalto. Veremos si los conservadores se arriesgan a cambiar de hábitos. Porque ni siquiera quieren primarias que alteren sus costumbres. La gran incógnita es para qué Génova las autoriza, si luego pretende imponer listas únicas. Otra simulación democrática en diferido, como el pacto con Ciudadanos.

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