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Rosa Ruiz
Miércoles, 8 de marzo 2017, 07:40
Fue durante una exposición de sus obras en el Parlamento regional cuando el escultor José Antonio Barquín (Los Corrales de Buelna, 1958) halló el lugar idóneo para llevar a cabo una idea que llevaba años rondándole por la cabeza. Se trataba de crear un ... monumento escultórico en el que se mostrara toda la historia de Cantabria, desde las cuevas de Altamira hasta la actualidad. Una puerta de bronce con los momentos más icónicos y el alma de la región que podría sustituir a la que actualmente da acceso al edificio de la cámara.
Barquín, que cuenta con una larga trayectoria como escultor urbano y es autor entre otras obras del Busto del cardenal Herrera Oria, en la iglesia de la Bien Aparecida, o de los monumentos a todas las pescadoras en Comillas, al peregrino en Astillero y al pescador en Santoña; también creó los bajos relieves que aparecen en la campana que el Gobierno de Cantabria regaló a los Reyes con motivo de su boda.
En el año 2011 el Parlamento acogió una muestra individual de su obra que llevaba por título Cantabria y fue durante aquellos días cuando acabó de concebir el proyecto de hacer esa puerta con la historia de la región, que ideó hace treinta años tras contemplar la Columna de Trajano durante su primera visita a Roma. Hacer esa puerta le ha llevado cuatro años de trabajo y ahora el escultor ha solicitado a los diputados de Cantabria que estudien la posibilidad de instalarla en el acceso de ese edificio. «O al menos que la expongan en el patio interior durante un tiempo y así puedan conocerla todos los cántabros», sugiere.
La obra, que de momento permanece en su estudio en Elechas, consta de dos hojas con seis paneles historiados cada una y un zócalo compuesto de hojas de roble. Mide tres metros veinte de altura por un metro sesenta de anchura, si bien, tal y como indica, estas medidas se pueden acrecentar añadiendo un bastidor. A diferencia de otras puertas de bronce la temática de esta es civil. Y es que con la creación de este monumento singular, Barquín trata de «aumentar el rico patrimonio cultural y artístico que poseemos y a la vez concebir un elemento de propaganda y difusión permanente de nuestros valores históricos, etnográficos y culturales», dice.
El resultado es sorprendente tanto por los detalles de cada una de las escenas como por la minuciosidad de cada una de las figuras. Un trabajo que no olvida ningún detalle de lo que ha acontecido en la región y para el que ha realizado una importante labor de documentación.
Las escenas
En el primero de los paneles recrea la vida cotidiana en el Paleolítico con escenas como la lucha contra el oso, las labores de recolección por parte de las mujeres o la domesticación de un perro. Una obra para la que contó con el asesoramiento de Roberto Ontañón, el director del Museo de Prehistoria de Cantabria (Mupac). En esta pieza, entre otros detalles, Barquín ha añadido las manos que permanecen pintadas la cueva de La Garma que llaman la atención porque se nota «la marca de una especie de pulsera que usaban los habitantes de aquel lugar».
Las guerras cántabras son objeto de otro de los paneles, por medio de una escena de lucha capitaneada por el general Agripa. «Los geógrafos griegos y romanos nos introducen a los cántabros en la historia, pero son las guerras cántabras contra Roma las que nos introducen en el mito. Tanto el nombre de Cantabria como la denominación romana del mar Cantábrico o las gestas de nuestros ancestros han dado carácter a nuestra comunidad», explica.
Barquín también considera que las fiestas ancestrales perviven a través de los siglos en los valles de la región. Es por ello que no podían faltar en su puerta una imagen de La Vijanera que se completa con personales de la mitología.
Siguiendo el recorrido histórico, otro de los paneles se inspira en el descubrimiento del Nuevo Mundo, con el trasfondo de las guerras de religión, las grandes peregrinaciones y el nacimiento de la Cantabria moderna, su vocación naval y su desarrollo económico. Figuran en ella Beato de Liébana, Juan de la Cosa, el almirante Bonifaz o Pero Niño.
Los oficios de Cantabria son objeto de otros dos paneles de esta puerta. En ellos este artista, que cursó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona de la que luego fue profesor, refleja «una época importantísima para la historia de Cantabria». Trasmiera y los Astilleros Reales. Campaneros, doradores, arquitectos, tallistas, escultores, y retablistas son los protagonistas. En otro panel se recogen los modos y oficios tradicionales de la vida rural, destacando algunas particularidades de los pasiegos. Frente a este ha creado otro con las labores de la gente de la mar, tanto en tierra como en la pesca.
La guerra de la Independencia, tomando como mayor exponente de este desastre la toma de Castro Urdiales, y la emigración con su máximo exponente en esta región: los indianos, también ocupan dos espacios de esta portalada. En esta última plasma además las transformaciones sociales que implicaban estos viajes con una escena protagonizada por los triunfadores que regresaban cargados de dinero y los que parten a la aventura.
La Cantabria actual, con una alegoría al Centro Botín, aparece en otro de los paneles junto a construcciones como la Colegiata de Santillana de Mar, el Capricho de Gaudí en Comillas o la Torre del Infantado en Potes. Por último, un recordatorio a personales ilustres de Cantabria: Pedro I, Juan de Herrera, Marcelino Sanz de Sautuola, José María Pereda, María Blanchard, Herrera Oria, Ataúlfo Argenta, los hermanos Tonetti o Emilio Botín, entre otros.
¿Y cuanto costaría esta puerta? se le pregunta. El precio dependería de varias cosas como el tipo de marco o bastidor que se utilice. «Es muy complicado dar una cifra concreta. Yo no pretendo que el Parlamento se haga cargo del coste. Tal vez el Gobierno regional pueda buscar algún patrocinio para su realización. Después de todo se trata de una inversión que servirá para crear patrimonio», dice.
Él de momento espera que el Parlamento se interese por este trabajo y si no puede ocupar la entrada de la Cámara se pueda instalar en algún otro edificio señero.
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