El futuro del Proyecto Comillas
El sueño de miles de estudiantes extranjeros acudiendo a Comillas para aprender nuestra lengua se vino abajo cuando se intentó hacerlo realidad
Manuel Ángel Castañeda
Domingo, 12 de marzo 2017, 08:12
Secciones
Servicios
Destacamos
Manuel Ángel Castañeda
Domingo, 12 de marzo 2017, 08:12
En Cantabria acumulamos ya un extenso historial de proyectos fracasados. Desde la Ciudad del cine, que iba a transformar la zona de vertidos de Solvay en un Hollywood español, hasta una central eléctrica que aprovecharía las horas de bajo consumo eléctrico para elevar agua del ... mar hasta un estanque y dejarla caer en momentos de elevado consumo, para generar energía. Muchas de esas ideas milagrosas no pasaron del papel o de unas infografías, pero otras han costado mucho dinero a las arcas publicas, que es una manera eufemística de señalar que el dinero ha salido del bolsillo de cada uno de nosotros. Entre ellas, destaca por su coste y por las elevadas expectativas levantadas, aquel Proyecto del siglo que anunciara el presidente Revilla, al referirse al complejo inmobiliario de la antigua Universidad Pontificia de Comillas.
La iniciativa nacía con un prólogo desalentador. Tras la adquisición de los edificios por Caja Cantabria y el deseo de iniciar allí una iniciativa educativa, tanto Caja Cantabria, como las instituciones que apoyaban la idea, decidieron cancelar la iniciativa y deshacer lo poco que se había llevado a cabo. Más tarde, alentados por la tertulia de papardos del ya desaparecido café Metropol de Comillas, el gobierno regional alumbró la idea de crear, en el viejo seminario, un centro internacional de aprendizaje del idioma español y de formación de enseñantes de la lengua cervantina. Las expectativas fueron elefantiásicas: miles de alumnos de todas partes del mundo llegarían a la villa de los arzobispos para aprender o perfeccionar el uso y enseñanza de nuestra lengua. Comillas se presentaba como una nueva Salamanca, con una población de jóvenes para dinamizar una localidad que en invierno experimenta un letargo absoluto.
Se puso el marcha una idea que presentaba severas deficiencias y se constituyó una Fundación que aglutinó una parte sustancial de capital público y de aportaciones de entidades privadas. Se invirtieron millones de euros en una operación de restauración parcial del edificio emblemático, el seminario mayor, diseñado por el arquitecto Joan Martorell, uno de los grandes del modernismo catalán, y continuado por Domenech i Muntaner. El resultado de la obra fue excelente. Y desde entonces han quedado en funcionamiento unas instalaciones adecuadas para la impartición de cursos de todo tipo. Más adelante se acometió, ya con escasos recursos, la restauración de la iglesia, elemento central del edificio. El otro ala del seminario ha padeció los rigores del paso del tiempo y los temporales. Se hundió el tejado, dejando esa parte del inmueble en estado de ruina.
Los reparos anunciados sobre la viabilidad del proyecto pronto quedaron en evidencia. El sueño de miles de estudiantes extranjeros acudiendo a Comillas para aprender nuestra lengua se vino abajo cuando se intentó hacerlo realidad. Fue en aquel momento, ya con el nuevo gobierno del PP, cuando se propuso variar el rumbo para lograr que, al menos en parte, la idea inicial cuajara en hechos reales. El entonces secretario de Estado de Cultura, el cántabro José María Lassalle, diseñó un proyecto para que, sin renunciar a posibles alumnos de castellano, se asentara en Comillas un centro de formación de dirigentes hispanoamericanos, mediante la colaboración con el ministerio y que también se implicara el Instituto Cervantes. En definitiva, la idea era unir los esfuerzos de diferentes instituciones y organismos de España y América, en la que la sede del seminario comillano tuviera como objetivo «servir de plataforma física y virtual de conexión entre múltiples agentes ligados al castellano como hilo conductor del Atlántico». Y se citaba la larga lista de entes que deberían adherirse a esta iniciativa desde la Real Academia de la Lengua a las escuelas de negocios.
Conozco bien el proyecto porque, en mi breve etapa como patrono de la Fundación, viví algunos acontecimientos en primera fila. Aquella tabla de salvación para Comillas no se utilizó y al término de los cuatro años de gobierno del PP era ya evidente que la idea inicial de atraer a cientos de estudiantes era inviable. Desde las filas del PRC, el gran impulsor del Proyecto del siglo, se lanzaron acusaciones de abandono, de boicot a una idea de Miguel Ángel Revilla pero ahora, tras año y medio de gobierno regional/socialista, el centro Comillas del castellano permanece en estado comatoso.
El problema reside en la misma raíz. No es posible crear una universidad para enseñar español en un edificio físicamente aislado, azotado por todos los vientos y en una población que en invierto no ofrece los más mínimos alicientes culturales: ni un cine, ni una buena biblioteca, ni exposiciones o conferencias ni, por supuesto, teatro. De ahí la necesidad de modificar la idea original para transformarla en otra que resulte operativa, que permita obtener utilidad de la importante inversión realizada en rescatar un edificio que es una joya del patrimonio de Cantabria.
Aún se está a tiempo de no enterrar unos millones de euros y, sobre todo, de no defraudar las esperanzas de un pueblo que confiaba en una idea que podía generar puestos de trabajo y bienestar para todos. Es necesario reconocer que el planteamiento estaba errado y reorientar la actividad hacia las ideas apuntadas hace años para, en periodo largo de tiempo, convertir el proyecto del siglo en un centro de cultura en español, con una clara visión trasatlántica. Hacer de Comillas un núcleo que aglutine las actividades de España con los países que hablan la misma lengua, al otro lado del océano. Y para lograr el objetivo será preciso mucho diálogo y unir el empeño de muchas y diferentes instituciones.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.