

Secciones
Servicios
Destacamos
Irma Cuesta Cifuentes
Viernes, 17 de marzo 2017, 07:24
A Ibrahim Ben Mohamed lo avisaron cuando estaba a punto de llegar a casa. Eran las tres y veinte de la tarde, en la sede ... del 112 hacía un rato que se habían desatado todas las alarmas y había que empezar a tomar decisiones cuando el suboficial al frente del Consorcio de Bomberos dio media vuelta y se puso al frente del operativo. Tendrían que pasar 20 horas, el tiempo que ha durado uno de los rescates más espectaculares de la historia en España, antes de que Ibrahim pudiera volver a respirar tranquilo. 238 personas atrapadas en el pico más alto del país, 77 de ellas colgadas de dos cabinas del teleférico, y cerca de 350 efectivos de rescate echando el resto para proteger sus vidas convierten lo ocurrido en esas 20 horas en el Teide en un suceso único.
238
personas quedaron atrapadas en las cabinas y la base superior del teleférico, cerca de la cima.
350
personas tomaron parte en la operación de rescate, desde bomberos a sanitarios, pilotos de helicóptero, miembros de la Cruz Roja, Protección Civil, la Unidad Militar de Emergencias...
3.555
metros. Hasta esa altura lleva el teléferico del Parque Nacional del Teide, el más alto de España.
Acabada la pesadilla, al margen de algunos vómitos, dolores de cabeza provocados por la altura, un par de cuadros de hipotermia y algún que otro esguince, todos estaban ayer a salvo después de haber superado la que para la mayoría ha sido la aventura de su vida. Y mucho más que agradecidos a los trabajadores del teleférico, del Grupo de Emergencias y Salvamento (GES), de la Guardia Civil, del 112, del personal sanitario del Servicio de Urgencias Canario, Bomberos, agentes del Parque Nacional, Policía Local, protección civil, Cruz Roja... En fin, a todos y cada uno de esos 350 hombres y mujeres que los llevaron de vuelta a casa sin un rasguño.
Eliminar riesgos
Cuando Ben Mohamed (Santa Cruz de Tenerife, 1968) llegó a los pies del volcán, en donde durante las horas siguientes permanecería el puesto de mando, ya se había decretado el Nivel 1 de emergencia y todos los cuerpos y efectivos capaces de echar una mano estaban preparados para hacerlo. Cuenta que lo primero fue esperar a que la empresa responsable del teleférico informara sobre la avería. "Esperamos acumulando datos y estableciendo posibles estrategias de actuación hasta que, cerca de las cuatro y media, viendo que la posibilidad de que los técnicos arreglaran el problema se desvanecía y que en unas horas la noche complicaría las cosas, decidimos que había que empezar por sacar a los que estaban en las cabinas. No hacerlo habría multiplicado el riesgo".
Cuenta este experto que bajar a alguien colgado de una de esas cabinas es una maniobra relativamente sencilla, y que los cabinistas así se llama a los que van acompañando a los viajeros están perfectamente entrenados para hacerlo. Sin embargo, cualquiera que no haya hecho la mili en las Compañías de Operaciones Especiales, haya entrenado para ascender al K2 o sea un enamorado de la escalada, puede imaginar lo que sintieron las 77 personas a las que, después de esperar durante más de una hora a que el cable se pusiera en marcha, no les quedó otra opción que descolgarse por una cuerda. "Eran dos cabinas con 40 y 37 personas. Los de la primera se encontraban mejor situados y rozando el ocaso estaban en la parte baja del volcán. Los otros habían quedado en una zona difícil y el grupo, una vez en tierra, se dividió en dos: 17 se quedaron en la base de la cabina y 20 comenzaron a caminar hacia abajo. Entonces nos entró la duda. ¿Dónde estarían más protegidos? Finalmente decidimos que esos 17 subieran a la parte alta. Era lo menos arriesgado".
Allí, casi en la cima de la montaña, se encontrarían con otros 111 turistas que habían decidido pasar el día disfrutando de las increíbles vistas que ofrece esta atalaya a más de 3.500 metros de altura; la inmensa mayoría no bajaría hasta el día siguiente.
Una noche tranquila
Ni Ibrahim ni el resto del equipo que ha tomado parte en las operaciones de rescate podía ocultar ayer la alegría cuando, a las once de la mañana (hora local), se dio por concluido el trabajo. Poco después de amanecer los helicópteros del GES y de la Guardia Civil iniciaron la evacuación de quienes habían pasado la noche en los tres refugios situados cerca de la cumbre, entre ellos varias personas mayores y ocho niños. Mientras cargaban las aeronaves, miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y del servicio de bomberos emprendieron el descenso con quienes podían salir de allí por su propio pie. "Durante las tres horas que duraron los trabajos solo quedaba cruzar los dedos para que nada se torciera. Si el tiempo hubiera empeorado, si hubiera aparecido una tormenta o el viento hubiera comenzado a soplar más fuerte, habríamos estado ante un serio problema. Todo salió bien, pero podía haber salido muy mal", dice Ibrahim, que asegura que la clave del éxito estuvo en que las decisiones que se tomaron en un primer momento fueron las adecuadas. También, añade, en la colaboración de las personas afectadas, que a pesar de la tensión, conscientes de que las cosas podían complicarse, actuaron de forma impecable.
Montjuïc
Inaugurada en 1970, la telecabina sube hasta la cima de la montaña barcelonesa en un recorrido que dura cinco minutos. Tiene una longitud de 752 metros y tres estaciones.
Fuente Dé
En el corazón de los Picos de Europa, el teleférico que une la localidad de Fuente Dé (Liébana) con el mirador del Cable (1.823 m) salva un desnivel de 753 metros en cuatro minutos.
Madrid
Con 80 cabinas, cada una de ellas con capacidad para cinco viajeros, recorre una distancia de 2.457 metros y alcanza una altura máxima de 40 metros. Sale del paseo del Pintor Rosales y termina en la Casa de Campo. Tarda once minutos en realizar el trayecto.
Benalmádena
Conduce hasta la Sierra de Mijas, a unos 700 metros de altitud, en 15 minutos después de recorrer tres kilómetros. Desde arriba, se puede disfrutar de las mejores vistas de la Costa del Sol, Sierra Nevada y, en los días claros, Gibraltar y el litoral africano.
La realidad es que resulta casi milagroso que entre tanta gente, incluidos ancianos y niños, ni siquiera hayan tenido que usar una camilla. Ayer, viendo las imágenes de ls rescatados abrazándose entre lágrimas nada más terminar la odisea, dando las gracias a los médicos y bomberos, y contando sus cuitas al equipo de psicólogos que les esperaban al pie de la montaña, era fácil imaginar cuánto miedo habían pasado y lo mucho que tardarán en olvidarlo.
Tampoco lo olvidará Ibrahim Ben Mohamed. Aunque, con 27 años de servicio a sus espaldas, este no es su primer trabajo duro, pocas veces está uno al mando de un rescate que afecta a 238 personas y que, contra todo pronóstico, termina felizmente. "Escatimar en medios no habría sido oportuno, y en eso ha radicado el éxito. El trabajo de los profesionales ha sido impecable", dice encantando con que todo haya acabado.
Y mientras unos y otros se recuperan del susto y el esfuerzo y celebran que la suerte haya estado de su parte, el Cabildo trata de saber por qué el sistema de seguridad del teleférico que fija e inmoviliza las cabinas se activó pasada la una de la tarde del miércoles, bloqueando la instalación. De momento, ya se ha puesto en contacto con una empresa suiza especializada en este tipo de instalaciones para que sus técnicos inspeccionen esa máquina que le lleva a uno a rozar el cielo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.