El pasado martes asistí a una de las conferencias más interesantes que he escuchado en mucho tiempo sobre la ciudad de Santander. En El Ateneo, en el contexto de las actividades del Aula de Cultura de El Diario Montañés, el arquitecto Eduardo Manzanares, miembro del ... Grupo Alceda (que se ocupa de estudiar, defender y difundir el patrimonio de la región) habló de la finca de La Remonta. El técnico explicó el significado histórico y el valor de esa magnífica parcela. Analizó, con rigor, con datos, con brillantez, lo que el Plan General del 2012 tenía previsto hacer con ese espacio tan excepcional y, por último, argumentó con el mismo rigor su propuesta de convertir La Remonta en un gran parque para toda la ciudad.
El modelo de ciudad propuesto por Eduardo Manzanares me ha convencido: un Santander del siglo XXI, una ciudad que no solo mire a la bahía y que construye barrios periféricos con poblaciones aisladas. Una ciudad verde, con barrios conectados entre sí por pasillos verdes: un gran pasillo verde que una las actuales estaciones con el gran parque de La Remonta; y este gran pulmón verde, comunicado con el barrio Primero de Mayo y más allá con las Marismas de Alday. Y, por otro lado, este fabuloso espacio de esparcimiento conectado con el Parque del Dr. Morales y con el litoral. Según mi modesta opinión, el modelo propuesto por Eduardo Manzanares (obviamente, en estas líneas solo se ha esbozado torpemente) es claro, realista, económicamente viable. Considero que la anulación del Plan General del 2012 constituye una gran oportunidad para repensar qué ciudad queremos hacer, no aprovecharla sería una gran irresponsabilidad. Todos lo sabemos: el espacio que ocupa el cemento es difícilmente recuperable; tomar la decisión de llenar con ladrillos el espacio libre de La Remonta puede significar un grave error. Debemos saber aprovechar las oportunidades teniendo visión de futuro.
En gran medida, en el diseño de ciudad que hagamos estará el mayor o menor bienestar de la población, de la actual y de las próximas generaciones. En relación con el espacio que nos ocupa, no se pueden olvidar los trabajos y reflexiones que se produjeron, en el año 2005, en el VII Taller de Arquitectura de Santander (Colegio de Arquitectos-Fundación Botín); en esa ocasión se dijo sobre La Remonta: "Es este un espacio de novedad, renovación y nueva centralidad que debe modificar la idea de Santander y abrir el debate de nuevas formas urbanas".
Que nadie se confunda, defender el entorno natural, oponerse al vicio de enladrillarlo todo, no tiene nada que ver con la imagen del balneario decimonónico. La tendencia del siglo XXI, las propuestas progresistas, hablan de respetar el medio ambiente, de crear ciudades sostenibles. Y esas propuestas ni son nuevas ni son revolucionarias: en nuestro país, entre otros, hablaba de ello Luis Racionero a principios de los 80; y ahora mismo Joaquín Araujo nos recuerda que el XXI es (debe ser) el siglo de la Ecología. Por otra parte, la moderna planificación urbana que se realiza en el norte de Europa va por ahí.
De lo que estamos hablando es de calidad de vida. Hablamos de una vida más armónica, más lenta, más habitable, más natural, más humana. Estamos diciendo que el modelo del desarrollismo: construcción-cemento-automóvil privado-barrio dormitorio- es un disparate. Hace años, al comienzo de la democracia, el pintor santanderino José Ramón Sanchez ilustró la nueva sociedad que estaba surgiendo. Simbólicamente, pintó parques llenos de árboles, y niños jugando, y ancianos descansando en un banco, y hombres y mujeres paseando. Pintó una nueva sociedad, con ciudades verdes, con colores y con sonrisas, como contraste a una vieja sociedad-ciudad gris y fría. A mí me gusta ese modelo, y lo quiero para mi ciudad. Se lo confieso, habitualmente, cuando voy a Madrid paseo por el Parque del Retiro y por el Parque del Oeste, y están lleno de gente; y siento envidia por esos amplios espacios libres, llenos de árboles, que proporcionan sosiego, que crean armonía en la actividad cotidiana.
Aportaciones como las del arquitecto Eduardo Manzanares permiten hacer real eso de la participación ciudadana. Es decir, con información rigurosa, con datos, conociendo lo que se ha hecho como alternativa en otras ciudades, con el debate público de los expertos, yo, como ciudadano común, puedo opinar.
La finca de La Remonta constituye una extraordinaria oportunidad para redefinir el modelo de ciudad. Los representantes políticos, los técnicos y los ciudadanos tenemos la responsabilidad de pronunciarnos sobre qué ciudad queremos. La ciudad es nuestra y la debemos hacer entre todos; si nos descuidamos otros decidirán por nosotros y quizá solo piensen en sus intereses (o actúen torpemente y con una visión estrecha).
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